Montecristo en el ruedo: éxito y nostalgia en el gran evento habanero del año

El pasado sábado la Plaza de Toros de Las Ventas acogió el evento anual que desde hace unos años promueve el Club Pasión Habanos. Se trata del acto más importante del año en torno al mundo de los puros y Madrid Actual estuvo allí para contarlo.

Durante siglos –y hasta hace bien poco– las mejores hojas del tabaco cubano poblaban las cavas de cigarros españolas y servían para celebrar la boda de una hija, los goles de Di Stéfano o, aunque solo fuera eso, haber llegado vivos al final del año. Pero tras la enésima reestructuración empresarial, la nueva dirección de la industria habanera acordó, no se han cumplido 10 años de esto, una redistribución del tabaco en otros mercados, así como una subida meteórica de precios. A raíz de esos cambios, de aquella omnipresencia habanera en España solo queda el recuerdo de los tiempos mejores y una legión nostálgica de amantes de estos cigarros. Legión de la que solo unos cuantos consiguieron adelantarse al cartel de “no hay entradas” y formar parte del grupo de 400 personas que tenían cabida en el acontecimiento. 

Sobre el albero del coso madrileño una enorme carpa con forma de circo ambulante, instalada para la ocasión, transformó el espacio en un híbrido extraño, a mitad de camino entre el salón de bodas y la sala de conciertos. Y como deferencia por la vieja amistad hispano cubana, la industria habanera sigue reservando para este evento alguna importante presentación, en este caso la del Montecristo Elba, Edición Limitada de este 2025.

La jornada comenzó con un cóctel de bienvenida en los tendidos de la plaza. A la entrada se entregó un kit Montecristo que incluía portapuros, dos cigarros (el nº 4 y Petit nº 2), mechero y cortapuros. Los asistentes formaban una peculiar comunidad con fumadores venidos de fuera (algunos habían viajado solo para esta presentación) y con viejos conocidos del mundo del cigarro –desde el hombre habano José Manuel Franco, “Pepe Magallanes”, al periodista Javier Blanco Urgoiti pasando por directivos de Tabacalera de medio mundo– con Juan Girón, Director de Comunicación de Tabacalera haciendo las veces de anfitrión. 

Fue un evento de naturaleza mestiza: a la tradición del albero, de los carteles taurinos, del vermú y del jamón recién cortado, se unía la legión de azafatas, actores paseando entre los invitados, un photocall y la proyección de unas imágenes generadas con IA que más que a la historia del Conde de Montecristo nos conducían al pensamiento melancólico de cuánto le quedaba por mejorar a esa tecnología. Con los aperitivos ligeros, el ambiente se llenó del inconfundible olor del Montecristo nº 4, señal ineludible de que el público estaba disfrutando.

La cena de gala se celebró en la carpa. Sobre el escenario el periodista Manel Fuentes fue el presentador de una velada que, en realidad, solo parecía necesitar a un conductor anónimo que diera paso a lo imprescindible (presentación del cigarro, sorteos) y cediera el protagonismo a la propia cena y a los cigarros. En sus palabras Girón quiso dedicar la presentación a Morante de la Puebla, “leyenda del toreo” quien “tras una tarde de gloria, se dirigió desde la barrera, al centro de este ruedo, justo donde estamos, para anunciar su retirada del toreo”.

Seguidamente, Girón presentó oficialmente el Montecristo Elba Edición Limitada 2025, describiéndolo como “espléndido por su tabaco añejado no menos de dos años, espléndido por sus hechuras nuevas en el portafolio de Habanos (54 x 146), espléndido por su imagen con tres anillas exclusivas que acentúan su carácter único y coleccionable… Seguro de que cuando lo tengan en sus manos estarán de acuerdo conmigo en que es uno de los cigarros más elegantes del mundo del habano”. Mientras hablaba, los asistentes recibieron una caja con dos Montecristo Elba, que pudieron encender y probar durante la cena, convirtiéndose en el verdadero centro de atención. Se trata de un cigarro premium que pronto estará en las cavas madrileñas, con un precio de 600 € la caja de 5 unidades.

También hubo actuaciones. Miguel Lara interpretó varias piezas con su violín eléctrico y Pitingo, que hubo de pedir silencio a los asistentes, cerró la noche con su particular repertorio flamenco. La velada, en fin, fue un testimonio del legado de Montecristo, que cumplía 90 años. Fue un éxito… y, según recogen estos cronistas de boca de los que probaron ese cigarro, un enorme ejercicio de nostalgia. 

 

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