Parece que no aprendemos de nuestros propios errores. El Partido Popular lanzó las campanas al vuelo antes de las últimas elecciones dando por seguro no ya que las iba a ganar, sino que podría gobernar, aunque fuera con el auxilio de Vox.
Pedro Sánchez aún tiene capacidad de actuación, de hacer aprobar leyes, de ejercer su influencia en el extranjero.
Un país no puede respetarse a sí mismo cuando sus representantes se acusan mutuamente de favorecer cloacas, prostíbulos, mafias de varias especies y corrupciones de toda laya.
La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) se ha convertido, sin quererlo, en la última aldea gala.
Tengo un amigo, que ocupó altos cargos partidarios en una provincia castellano-leonesa (perdón por no dar más detalles), que ha anunciado que se marcha del PSOE.
El arsenal de la dialéctica partidista se degrada. El y tú más, ya venía siendo de uso y abuso habitual en las filas del sanchismo.
Formalmente Pedro Sánchez consiguió salir airoso del pleno en el que toda España pudo apreciar la escandalosa conformidad con la que los socios del PSOE toleran la corrupción a cambio de seguir exprimiendo al Gobierno, pero en términos políticos salió muy tocado.
Me permito discrepar de algunos comentarios que consideran que Pedro Sánchez salió fortalecido, relativamente, de su comparecencia parlamentaria de este miércoles.
Se sospecha, con fundamento, de José Luis Rodríguez Zapatero, y se piensa que su cabeza depende de la denuncia que proporcione José Luis Ábalos, pero quien cantará con fluidez para salvar su propia integridad, será Pedro Saura, al que Zapatero presionó sin misericordia, cuando Saura era secretario de Estado de Transporte, para que calificara a la empresa de aviación "Plus Ultra" de "empresa estratégica", tan estratégica que sólo tenía cuatro aviones y, de los cuatro, sólo funcionaba uno.
Yolanda Díaz ha vuelto a subir a la tribuna. Y, como cada vez que lo hace, ha dejado un rastro de impostura y calculado sentimentalismo. Esta vez, entre frases hechas, lágrimas contenidas y homenajes familiares, ha hecho lo que mejor sabe: abrazar el poder que dice combatir. Porque la vicepresidenta segunda no ha acudido al Congreso a fiscalizar a Pedro Sánchez. Ha ido a recordarle —y recordarnos— que si él cae, ella se desvanece.
Las democracias funcionan no solo en los procesos electorales o en las alianzas más o menos éticas.
Con el corazón "tocado" y a la espera de que el verano y las vacaciones judiciales lleguen cuanto antes para que cuanto antes se olvide su falta de credibilidad y decoro, ya indisociable de su imagen pública, Sánchez no logró convencer con sus disculpas por no haber detectado la corrupción.
Pude hablar con varios diputados de todos los grupos, incluido alguno socialista, en la sesión parlamentaria que más expectativa ha acumulado en mucho tiempo.
A Vox le ocurre verdaderamente eso de lo que falsamente acusa a unos cuantos millones de trabajadores inmigrantes, "una incapacidad permanente de integración".
Ni dimisión, ni cuestión de confianza. El pronóstico era fácil: Sánchez nunca ha tenido intención de tirar la toalla, dimitir y convocar elecciones.
La Unión Europea ha transferido recientemente a España cerca de 23.000 millones de euros correspondientes al quinto pago de los fondos Next Generation, aunque ha aplicado una penalización de aproximadamente 1.100 millones por incumplimientos en varios compromisos clave.
Pedro Sánchez quizá no reparó en que la metáfora del "capitán del barco" sirve en bandeja la imagen del naufragio pero a pesar de la situación desesperada por la que atraviesa el Partido Socialista por parte del PP lo inteligente sería no exagerar el registro de euforia con el que saldó el reciente Congreso celebrado en Madrid.
El fulgor de la estrella de Sánchez no es que decline, sino que se ha tornado algo espectral.
El ministro de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, excelentísimo señor don Pablo Bustinduy Amador, quiere prohibir los automóviles a gasolina o diésel, aunque de momento lo que va a prohibir es la publicidad.
El debate parlamentario que este miércoles cierra la temporada política puede desembocar de dos maneras: en más de lo mismo, una batalla en la que los contendientes se repetirán las barbaridades que se vienen diciendo miércoles tras miércoles en los controles parlamentarios al Gobierno o.
Comencé a ver el discurso de Feijóo con la desgana de quien lleva escuchando soflamas políticas desde hace más de medio siglo.
"O yo o Sánchez", dice. Es el dilema electoral de los españoles cuando, más pronto que tarde, sean llamados a las urnas.
Pese a decir que se iría si pensara que marchándose se solucionaría la crisis del PSOE todos sabemos que Pedro Sánchez no renunciará porque dados los procedimientos judiciales que gravitan sobre su entorno familiar no puede hacer otra cosa que resistir.
En vísperas del Comité Federal del PSOE, convocado para este sábado, salta a los medios algo parecido a una purga en la Comisión Ejecutiva.