Bien por Jenni

 Bien por Jenni

El culebrón por el beso robado del entonces presidente de la Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, a la jugadora de la selección nacional Jennifer Hermoso, nunca debió haber acabado ante un tribunal de justicia. Pero el propio Rubiales hizo oposiciones para llevarlo a la vía penal.

Aceptaremos el desenlace cuando haya sentencia porque soy de los que se creen el dogma civil de la independencia judicial. Eso no impide señalar que el cargo por agresión sexual, uno de los dos supuestos delictivos del caso (el otro es de coacciones) se habría desvanecido si Rubiales se hubiera mostrado en sincero estado de arrepentimiento.

Aunque se disculpó en un video al día siguiente (grabado en la escala del avión en Doha), perdió toda credibilidad con el intolerable acoso posterior a Jenni para que quitase importancia al incidente. Así era imposible convencer a nadie de estar reconociendo su comportamiento de persona maleducada y macho prevalente, coronado con su arrogante "¡No voy a dimitir!" en una asamblea de la Federación.

Ya antes del televisivo beso robado en medio de una euforia por el triunfo de la selección femenina en el mundial de Australia, Rubiales era figura pública nada ejemplar. De hecho, está empapelado por otros supuestos delictivos de carácter económico. Se entiende que lo del beso haya destapado comportamientos todavía más graves. Me refiero a las amenazas con las que Rubiales y su camarilla, ya en las vacaciones de Ibiza e incluso antes, dentro del avión de vuelta a España en el que viajaba la expedición después de la epopeya deportiva del futbol femenino.

En resumen, que en vez de excusas sinceras hubo groseras amenazas si Jenni no se prestaba a desactivar el culebrón. Los testigos han acreditado el cerco intimidatorio sobre ella. Y las declaraciones de su hermano, Rafael Hermoso, así como las de sus compañeras han sido decisivas en el relato del sufrimiento de la futbolista.

Eso sí merece el banquillo de la Audiencia Nacional. Y no puede arreglarse con unas disculpas por lo que originalmente se hubiera quedado en un acto de micromachismo perpetrado por Rubiales en la euforia por el triunfo del 20 de agosto de 2023 en Sídney (Australia). Así debieron entenderlo sus propias compañeras. Pero solo hasta que se dieron cuenta del sufrimiento de Jenni. Entonces cesaron los lúdicos gritos de "¡presidenta¡¡presidenta!", sin ánimo de ofender, y todas hicieron piña compasiva y solidaria con la gran futbolista nacida en el barrio madrileño de Carabanchel.

Quedaba claro que desde el principio se sintió agraviada por la grosera invasión de su espacio. Y que también desde el principio se había negado a negociar la cancelación del incidente.

Bien por Jenni.

Escribir un comentario

Tu clasificación:

Enviar

Publish the Menu module to "offcanvas" position. Here you can publish other modules as well.
Learn More.