20 años del incendio del Windsor: un caso cerrado con incógnitas abiertas
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Hace dos décadas, el incendio de la torre Windsor convirtió la noche de Madrid en un espectáculo de fuego y destrucción. El rascacielos de 32 plantas, uno de los más emblemáticos del distrito financiero de la capital, fue devorado por las llamas durante más de 12 horas, sin que hasta la fecha se haya determinado con certeza el origen del fuego.
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Los hechos se desencadenaron pasadas las 23:00 horas del 12 de febrero de 2005, cuando la alarma de incendios se activó en el edificio Windsor, situado en el complejo de oficinas de Azca, en plena Castellana. Un vigilante de seguridad verificó la señal en el cuarto de ordenadores y subió a la planta 21, donde descubrió humo saliendo del despacho 2.109. Incapaces de contener el avance de las llamas, los trabajadores del edificio dieron la voz de alarma y los bomberos llegaron a la zona alrededor de las 23:30 horas.
El fuego avanzó rápidamente por la fachada y el interior del edificio. En pocas horas, las llamas treparon los 106 metros de altura del Windsor, calcinaron 15 plantas y convirtieron el rascacielos en una estructura inestable y devastada. Los bomberos lograron contener el incendio sobre las 11:00 de la mañana del 13 de febrero, aunque algunos focos permanecieron activos hasta las 13:00 horas.
Demolición y reconstrucción en el corazón financiero de Madrid
Las valoraciones de los técnicos en los días posteriores confirmaron que el esqueleto del edificio había quedado gravemente dañado, y la estructura, debilitada por el fuego y los fuertes vientos, presentaba un riesgo alto de derrumbe. Ante esta situación, el 2 de marzo comenzaron los trabajos de demolición, un proceso que se prolongó durante seis meses y tuvo un coste de 17 millones de euros.
El solar del antiguo Windsor fue adquirido por El Corte Inglés, que compró la parcela a la familia Reyzábal por 480 millones de euros. En 2007, en el mismo emplazamiento, comenzó la construcción de la torre Titania, el rascacielos que hoy ocupa su lugar.
Investigación judicial y ausencia de responsables
El Juzgado de Instrucción número 28 de Madrid asumió la investigación del incendio, pero tras casi un año de pesquisas, el caso fue sobreseído por falta de pruebas concluyentes.
El foco del fuego quedó localizado en la planta 21, despacho 2.109, una oficina que había estado ocupada entre las 16:00 y las 23:00 horas por una empleada de Deloitte, quien admitió haber fumado en el despacho, aunque insistió en que apagó correctamente los cigarrillos.
El informe pericial descartó la presencia de acelerantes en la combustión, lo que impedía establecer un origen intencionado del fuego. El juez concluyó que no existían pruebas suficientes para determinar que la negligencia de la trabajadora hubiera sido el desencadenante del incendio.
Sombras en la investigación y teorías
La imposibilidad de esclarecer el origen del fuego alimentó diversas teorías. Uno de los puntos más controvertidos fue la aparición de figuras humanas en el interior del edificio mientras ardía, captadas en un vídeo incluido en la investigación.
El magistrado reconoció que el material no había sido manipulado, por lo que la presencia de personas en el interior del Windsor durante el incendio no podía descartarse. Sin embargo, subrayó que no existía ninguna evidencia de que estas figuras tuvieran relación con el inicio o propagación del fuego.
Otro elemento que alimentó las sospechas fue la aparición de un butrón en una oficina situada en la zona del garaje, que comunicaba con el interior de la torre. El informe pericial determinó que se trataba de un hueco pequeño realizado en un panel de pladur, por el que apenas cabría una persona delgada, sin que su existencia pudiera relacionarse directamente con el incendio.
Dos décadas después, las incógnitas sobre la causa real del incendio del Windsor siguen sin resolverse. A falta de pruebas concluyentes, el caso se cerró sin responsables ni explicaciones definitivas. Sin embargo, la imagen del rascacielos envuelto en llamas sigue grabada en la memoria de los madrileños, marcando un episodio aún envuelto en el misterio.
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