La Grande Bellezza… y Roma

La Grande Bellezza… y Roma

Algunas películas podrían definirse solamente con una palabra.

'La Grande Bellezza', por tanto, puede ser "effimera" como un sentimiento.

Ya sea de cariño, amor o caridad hacia los demás.

Tan sorpresiva como una enfermedad en fase terminal que apareciese en medio de la desesperanza o la melancolía. Como una canción nostálgica con unas vacaciones en Roma.

A través de su baile sensual y provocativo recorremos rincones y cuadros costumbristas, y otros aspectos salidos de las entrañas del artista. Podremos vivir una vida que no nos pertenece, pero parecida o soñada en algunos casos. Como si otro hubiera permanecido en esa piel arrugada, para mostrarnos vivencias de nuestras diferentes etapas vitales.

Un rostro que dice verdades como monumentos, logrará con su verbo fácil invitarnos a una fiesta predestinada al fracaso. O si no al sueño de un techo blanquecino.

Por ello, entre muchos avatares, la belleza es una cualidad que individuo cuantifica en las cosas o personajes de manera subjetiva (soggettivo).

A lo largo de años, esa idealización del misticismo de lo estéticamente bello, varía en los ojos cansados de nuestro protagonista. Cansado de vivencias estresantes o falsas, de fiestas y excesos.

Así, vemos distintos puntos de vista sobre la sociedad y el arte, en los variados personajes que coexisten en la falsedad de la noche, con sustancias que esconden la realidad y relaciones dirigidas a cubrir los instintos más básicos. Artistas fracasados en la búsqueda de la excelencia.

'La Grande Bellezza' de un genio (le llamaremos el gran Paolo), es "singolare" como el arte. Transita con imágenes embelesadoras por la música, la pintura y arquitectura, la literatura... o el cine.

Esa singularidad que produce en el espectador o lector (pues Sorrentino es brillante en su labor de guionista junto a Umberto Contarello), cambios constantes como los retoques en una pintura.

El protagonista puede mutar de piel debido a las diferentes sensaciones, empatizando con la variable fauna, sin perderle la perspectiva a los estereotipos sociales que acosan su idea de la vida.

Sin embargo, como ocurre con los sentidos, confundidos con tanta belleza, no podremos diferenciar una historia contada con el engaño de la vida real. El director como prestidigitador de planos.

Utópicas desapariciones en regiones bañadas por el Mediterráneo. Vidas que son, sólo un truco para aficionados al paraíso del cinema.

La belleza también es transformación (trasformazione) de la esencia.

Tanto de las personas como de las obras artísticas, a través del transcurrir del tiempo, del agrietamiento del lienzo o el poso de una novela.

Como una película italiana en los años dorados de Cinecittà (devorada y calcinada con incendios neronianos), recordando a todos aquellos profesionales que hicieron posible la magia de los 24 fotogramas fijos, pero con movimiento mecánico.

Antonioni, Fellini, Visconti, Leone, Rossellini o Vittorio de Sica, fueron los magos de la década dorada del neorrealismo, crearon bellezas con el surrealismo y se convirtieron en maestros para nuevas generaciones de cineastas de la bella Italia.

Y con ellos, especialistas en oficios o músicos, haciendo lucir a Las Musas italianas de la época. Damas de la vía y del escenario.

Ahora Sorrentino, toma el testigo y escribe prosa a martillazos y dibuja bellos cuadros con su humor ácido.

Como ya sorprendiera con su particular punto de vista, del personaje excéntrico de Sean Penn en el film 'This Must be the Place'.

Porque algo bello puede ser dirigido como escándalo para espectadores sorprendidos, dramatizando la fealdad (bruttezza) adentrándose en el terreno de la basura intelectual o lo marginal. Pero, manteniendo el esteticismo de la imagen.

Similar a un soniquete machacón, burlesco como el cabaret, exuberante y metafórico como una noche romana de carnaval, un cuadro extendido a palmadas como símil de la indignación o una novela aparcada en la máquina de escribir. Y las ganas perdidas...

Bizarramente, 'La Grande Bellezza' es un sainete de la alta sociedad, una mirada crítica al poder o la religión, coleccionando personajes bizarros que entran y desaparecen en la vida del protagonista, como gladiadores en el Coliseo romano, echados a los leones. Una idea desestructurada del arte, del fracaso personal y de la muerte de las ideologías.

Paolo Sorrentino se pasea por el patetismo y la genialidad, por lo místico y lo superficial, por las eternas vías de... un nombre Roma y un apellido Eterna.

Paolo y su equipo han creado una Bellezza digna de los grandes artistas, un monumento estético, un gag sagrado, una conversación directa al intestino grueso. El arte como provocación (provocazione).

Como una pared surcada por nuestro aspecto, día tras día, afeitándonos los 365 del año y luego la degradación de la juventud.

Una vida puede pasar ante nuestros ojos como una aventura, pero si hablamos de cine también como un truco.

'La Grande Bellezza' se podría calificar con una única y bella palabra... esto se divagará en el futuro incierto.

Porque es una película fascinante, extraña, hermosa... y quizá el tiempo le otorgue la categoría de una Obra-Maestra.

***** Excelente *****

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