Nebraska

Nebraska

Carreteras en blanco y negro... sueños de niño, multicolores.

El recorrido del encuentro, cuando la escasez económica golpea tus ancianos huesos es un cruce de caminos hacia ti mismo. Por el centro y norte de USA, en 1999 la bifurcación tomó el camino de la realidad, cuando Richard Farnsworth de la mano de David Lynch nos contó una pequeña historia. Como estas pequeñas aunque verdaderas. Sin embargo, como es la vida y la realidad, poco después la enfermedad podría con él.

2013, otro recorrido forma un cuadrilátero con sencillez y esperanza. En esta ocasión, Bruce Dern emerge silencioso sin segadora, pero recogiendo ovaciones y alabanzas por su trabajo en su viaje a Nebraska. Ambos ajados, uno cabalgando a lomos del humanismo sobre carreteras decoradas en verdes y ocres; el otro, también dando pasos de niño, musitando palabras y obsesiones para recuperar su tiempo. Abandonar el blanco y negro de su vida, pero rodando con maestría en él.

Existen diferencias en semejantes viajes. Aunque Lynch puede hacer uso de su onírico y depravado humor, el director (nacido en las tierras por las que cantara el chico de la primavera) Alexander Payne se mimetiza con situaciones rocambolescas, desnudando a la institución familiar y con la risa posada de sus personajes singulares.

Situaciones cómicas que surgen del encuentro y el desencuentro entre ellos, conversaciones que comparten la relatividad y la tensa calma del mejor Tarantino. Sin violencia física eso sí, pero con la radicalidad anciana del lenguaje. Cada individuo, en Nebraska tiene su momento de gloria, sus palabras para hacerse sentir, discrepar o amenazar. Y música para viajar.

Bruce Dern es un profesional ejemplar en su faceta interpretativa, un tipo capaz de surcar el espacio llevando a cabo una labor esencial y comprometida, hasta las últimas consecuencias. Su viejecito Woody Grant cambia el estilismo de cowboy espacial por botas de trotamundos hacia Nebraska buscando su autorrealización. Así pasearon otros niños, por ejemplo, nuestro recordado José Isbert en tinta de Rafael Azcona, con la busca de El Cochecito de sus sueños junto al director Marco Ferreri.

En la película de Payne, se desenvuelve a horcajadas por las calles y carreteras de USA, con su andar palmípedo e infantil. Su atmósfera a cine mudo. Andares en blanco y negro que bien pudieran haber firmado los zapatos deslenguados de Charlie Chaplin. Caminatas achaplinadas con los bolsillos vacíos y una carta de esperanza. Una chanza de chance.

Como el vagabundo Charlot (aunque hallado inmortal) se arropa por el romanticismo ante la edad. Desavenencias de una mujer de armas tomar, defensora a ultranza de la verdad a golpe de improperio, aunque duela. La actriz June Squibb (ya trabajó en el filme About Schmidt de este creador con ascendentes greco-alemanes) es una joya que ha pulido su brillo a sus magníficos 85 años. En esto, se emparenta con el relanzamiento protagónico por Farnsworth en Una Historia Verdadera, y sería una justa ganadora del Oscar como Actriz de Reparto.

Por último en la labor interpretativa, destacar a Will Forte, como el escudero de tan hidalgo caballero andante. Fiel e hijo. Y por supuesto, un grato reencuentro con Stacy Keach en un papel de altura para el que fuera detective Mike Hammer, en esta ocasión más rodeado de maldad y avaricia que de bellas mujeres. Su aspecto ha cambiado con la edad, pero no su presencia y respetuoso trabajo.

En esta Nebraska, las calles frías recuerdan al antiguo Hollywood y sus emocionantes historias. Aquellas en que un hombre dirigía con el pulso de la narración para emocionar al público, mágicamente. Guiones que hacían guiños a la Literatura de Charles Dickens, en un mundo dirigido por grandes banqueros que viven de las ilusiones de gente modesta y trabajadora. Hombres que cantan cuentos de Navidad a sus hijos, que descubren la pérdida de sus seres queridos y la búsqueda para recuperarlos... todavía es tiempo para vivir.

Bruce Dern, con su gorra infantil y hundido por una vida demasiado corriente, volverá reencarnado. No corre pero mira como James Stewart en el papel de George Bailey. En una secuencia inolvidable conduce a la ansiada estabilidad de corazón y mente. Volver a ser uno mismo, mirar a su familia con la cabeza alta. ¡Sus propias alas!

¡Gracias hijo, eres mi ángel de la guarda! ... dispuesto a devolver la dignidad del padre en la mismísima cara de Mr. Potter. Otro anciano con brillo especial en los ojos, ha vuelto a la vida.

Nebraska es tiempo de sensibilidad en tonos de siempre, guion de la Edad de Oro, entrañable banda sonora... y un Oscar gratificante para una Nebraska tan sencilla. Sería una sorpresa por encima de la ilusión de un hombre.

***** Muy Buena ****

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