“El tiempo de los lirios”, un viaje ilustrado al corazón de Italia

De Josep Pla a Moratín el joven, la literatura culta de viajes ha dejado en nuestra historia un rosario de pequeñas obras, muchas de ellas estupendas, casi todas medio olvidadas. Por lo general son textos recorridos de un espíritu ilustrado, plagados de asombros y consideraciones que traslucen, al final, una sensibilidad.
Con “El tiempo de los lirios” (Ed. Periférica, 2024) el escritor y profesor Vicente Valero (Ibiza, 1963) pone otra piedra en esa tradición viajera que evita dar consejos prácticos, se ahorra los trucos para saltarse una cola, dónde fotografiar los mejores atardeceres o qué pedir en los restaurantes chic. El volumen recoge el diario de una reciente estancia de unos quince días en la Umbría italiana. Valero, acompañado por unos anónimos compañeros, hace una inmersión en esa región centroitaliana, marcada a sangre y fuego por la personalidad de San Francisco de Asís y por su carisma extraño, paradójico, Idealista y hermoso a la vez.
La sencillez de la espiritualidad franciscana es origen de la interpretación de aquella geografía y cultura y, a la vez, podría decirse que resultado de la misma. Por esta razón diríase que ha quedado anclada a la Edad Media. Es un libro sencillo, donde se relatan, día a día, los paseos por las ciudades del entorno: Asís, Perusa, Foligno, Todi... y otras tantas. En cada una de ellas visitan iglesias, edificios civiles, plazas y museos y el lector descubre junto con estos visitantes los estupendos frescos y las imponentes tablas de Los Pintores del Trecento (Giotto, Cimabue, Simone Martini o Duccio) y de tiempos posteriores (quien escribe esto desconocía, por ejemplo, a Lo Spagna). Y, desde luego, toman sus buenos platos de pasta y hasta beben de más en alguna ocasión. En todo esto podemos comprenderlos.
Entre tanto se recuerdan las historias acaecidas allí y se contrastan sus impresiones con las de otros viajeros ilustres –Goethe, Montaigne– que transitaron por aquella región. El autor pasa por las vidas de los próceres de la zona, frecuentemente santos o nobles, y por sus locuras, que suelen encerrar una lucidez de juicio que a menudo se presenta como un misterio, pero también como una verdad. Y hace consideraciones sobre el valor y la belleza de todo aquello. De vez en cuando llueve y se quedan conversando en un café.
El resultado es un librito encantador, escrito con sencillez y erudición, salpimentado por una suave ironía que no Mata el acercamiento a la hermosura y que, desde luego, no es una impostura culturalista. Hay algo de espíritu cervantino cuando el autor se acerca con prevención a casi todo, pero, a la vez, se toma muy en serio la belleza. Al cabo, como en los mejores libros del género, se describe un escenario, pero, sobre todo, se nos muestra un carácter, una mirada. Valero, durante un tiempo, pareció un escritor de temas puramente ibicencos, pero ha demostrado en estos años –con “Diario de un acercamiento” (Ed. Pre-textos, 2008) y más recientemente con su también estupendo “Breviario provenzal” (Ed. Periférica, 2021)– que es un autor abierto a todo un mundo. Y uno se queda con las ganas de irse de nuevo a la Umbría, aunque, sobre todo, de tomar un café con Valero, de hacer una suscripción para que siga viajando y, en cualquier caso, de discutir sobre el valor de alguna tablita medieval o de los versos de San Francisco.