¿Qué ver y hacer en Santorcaz?

¿Qué ver y hacer en Santorcaz?

Santorcaz es un bonito municipio de la Comunidad de Madrid, situado a 50 km de la capital de España. Se encuentra cerca del límite con la provincia de Guadalajara a 20 km de la capital.

La superficie del municipio es de 28,14 km² con una población de 916 habitantes según el INE de 2019 y una densidad de población de 32,55 hab/km².

El santo cuya memoria se recuerda aquí es Torcuato de Acci, el primero de los siete hombres apostólicos a los que se atribuye la evangelización de la Bética en el siglo I. Fue fundada por los íberos con el nombre de Metercosa.

Posee restos arqueológicos de los carpetanos en el Llano de la Horca, restos de un castillo de la Edad Media, el Castillo de Torremocha, que fue residencia de verano de los arzobispos de Toledo y prisión de personajes ilustres como la Princesa de Éboli o el Cardenal Cisneros.

El pintor de bodegones Juan de Arellano nació en esta localidad en 1614. Poseen uno de los mayores oppidums de origen Celta de la península, El Llano de la Horca. En Santorcaz se rodó la popular serie de televisión Crónicas de un pueblo. En la ficción, Santorcaz fue bautizado como Puebla Nueva del Rey Sancho.

No te debes perder el Castillo de Torremocha en una escapada a Santorcaz

También conocido como Castillo de Santorcaz, forma parte del conjunto fortificado de la ciudad, en el que, además del propio castillo, destacan las siete torres defensivas de la muralla y, adosada a ella, la iglesia de San Torcuato, cuyos orígenes se remontan al siglo XIII.

A pesar de su carácter religioso, este último edificio tiene un aspecto fortificado. El Castillo de Torremocha fue construido en el siglo XIV, sobre los cimientos de un edificio anterior, que podría datar del siglo XII. Es posible suponer que la primitiva construcción sirvió de apoyo a la plaza fuerte de Alcalá de Henares, localidad situada a unos 14 km de Santorcaz.

El edificio que sobrevive actualmente fue encargado por el arzobispo Pedro Tenorio. Vinculado desde su origen al poderoso Arzobispado de Toledo, fue reformado y ampliado varias veces entre los siglos XIV y XV, junto con las torres del recinto amurallado en el que se integra el castillo.

En el Siglo XV, el castillo abandona su función defensiva inicial y se convierte en prisión para el clero, en tiempos del arzobispo Alfonso Carrillo de Acuña. La Ana de Mendoza de la Cerda, princesa de Éboli, y eel cardenal Cisneros, fueron algunos de los cautivos, así como el barón de Watteville, que fue encarcelado en él tras un incidente diplomático cuando ejercía como embajador de España en Reino Unido. Fue guardia en 1703, don Felipe Monje Soria, Caballero de Santiago y regidor perpetuo de Guadalajara.

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