¿Qué opina del funcionamiento del Gobierno de España?

 ¿Qué opina del funcionamiento del Gobierno de España?

Conste que la pregunta con la que titulo este comentario no es, obviamente, mía.

Es la pregunta que el presidente del Partido Popular y líder de la oposición, Alberto Núñez Feijoo, pensaba dirigir al Presidente del Gobierno en la mañana de este miércoles, cuando se inauguren de nuevo las sesiones de control parlamentario al Ejecutivo. Es una pregunta retórica, claro --sería noticia que Pedro Sánchez opinase que su Gobierno funciona mal--, planteada de forma un tanto inocente, supongo que para aprovechar todos los minutos tasados en la réplica, pero que anticipa que, en materia de funcionamiento del Parlamento, estamos en más de lo mismo.

Le puedo anticipar el rifirrafe entre Sánchez y Feijoo: el presidente del PP hace su pregunta, Sánchez le responde que el funcionamiento del Gobierno es óptimo, que la economía va como un cohete, que nos respetan en el mundo mundial -lo de Trump es otra cosa-- y que la situación en Cataluña ha mejorado no poco gracias al Gobierno socialista; a continuación, Feijoo hace una descripción completamente diferente de la situación, con una economía que no va igual de bien para todos, un mundo que no nos hace ni caso y una Cataluña que, con las exigencias de Puigdemont, empeora. Todo ello, incluyendo las líneas rojas legales que Sánchez se salta con pasmosa tranquilidad. Y el presidente cierra el intercambio verbal reprochando al líder del PP su manera de hacer oposición, alineada con la ultraderecha, etc. Verá usted cómo no me equivoco mucho.

Ello me refuerza en mi convicción de que es preciso cambiar el funcionamiento del Legislativo, y me refiero tanto a la Cámara Alta como a la Baja, enfrentadas a muerte, pero sobre todo a esta última, por su carácter decisorio. No se trata tan solo de reformar los reglamentos; quizá convendría ya ir pensando en una reforma constitucional, pactada, claro, que afecte a media docena de artículos del Título III, dedicado a las Cortes generales. Como un acuerdo para proceder a esta reforma constitucional -que buena falta nos hace, por cierto- es impensable, creo que, al menos, se haría imprescindible introducir un poco de sentido común y de espíritu constructivo en el funcionamiento de nuestro Legislativo: menos partidismo, menos dependencia del Ejecutivo, mayor agilidad y más libertad de los diputados y senadores a la hora de comportarse en sus respectivo grupos parlamentarios como algo más que meros 'culiparlantes'.

Así, preguntándole al presidente del Gobierno si cree que lo está haciendo bien, no vamos a ninguna parte. Y con la respuesta que preveo, desafiante, guerrera, algo chulesca, despectiva, menos. Cualquiera diría que estamos viviendo unos días que cambiarán nuestras vidas en este terrible comienzo de la 'era Trump'. Un espectador casual en las Cortes pensaría que todo sigue igual que siempre. Y es que allí, en la Carrera de San Jerónimo y en la plaza de la Marina Española, nunca pasa nada, y si pasa, no importa. Qué aburrimiento, Señor...

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