"Vatio", el relato del Madrid salvaje en el que vivió y murió Antonio Vega
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Alfonso J. Ussía tuvo que crear su propia editorial (Cobafina) para publicar "Vatio", un viaje literario que va "de la inmadurez al destete" en el que describe con mimo lo que vivió durante cuatro años junto a su amigo Antonio Vega, una "persona muy salvaje" con la que conoció "lo más bonito y lo más feo" de la vida.
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Han pasado 12 años desde que Antonio Vega se fue de este mundo, justo el tiempo que ha necesitado Ussía para publicar esta "experiencia real" en la que ha querido cuidar el contexto y el entorno en el que se desarrolla una historia salvaje y tierna, dura y necesaria, en la que su alter ego en el libro, Andy, recorre con Vega -a quien ha llamado Polo Targo- no solo los momentos de luces, también de sombras.
"Necesitaba cierta distancia, enfrentarme a esto era para mí muy difícil pero tenía que soltarlo, y la cabeza ha sido quien lo ha ordenado todo, porque hay muchas cosas que no voy a contar nunca, que no hace falta que se sepan", cuenta Ussía.
Desde 2004 y hasta 2007 se convirtió en su "road manager", una suerte de Sancho Panza que todo Don Quijote necesita; un amigo fiel que no juzga y solo acompaña. Pero también un amigo que sufre al ver que la batalla contra esos molinos de viento tendrá una derrota como final.
"Vega me enseñó el vértigo, el miedo, la fidelidad, me lo enseñó todo y quería devolverlo y devolvérmelo a mi mismo en forma de libro", reconoce.
Porque junto a él, junto al creador de himnos como "La chica de ayer", no solo conoce ese mundo de las discográficas en el que luego trabajaría, sino que sobre todo conoció como pocos al que era su "ídolo", un artista de "perfil muy salvaje".
Y justo cuando la bestia se enfurecía en el interior de Vega, confiesa, sobre todo en los años más duros del "caballo", solo tres personas estuvieron cerca del artista madrileño: Ussía, Antonio Carmona (Ketama) y Juan Tomás Peyo.
Así lo deja claro en estas casi 300 páginas de vertiginoso ritmo, sobre todo en las que transitan por el ya desaparecido poblado madrileño de Las Barranquillas.
Ese punto de la capital madrileña donde, según arranca la novela, tiene que ir a recoger a Polo Targo, un hombre con más huesos que carne, pero con una voz que ni las drogas pudieron cambiar. Un artista con el que conoció ese Madrid al que todos querían dar la espalda: el centro neurálgico de la droga al que acudían diariamente 5.000 toxicómanos.
"Cuando empecé a trabajar para él descubrí por qué nadie aguantaba este trabajo. La mayoría se enganchaban también a la heroína, otros le robaban instrumentos y a los tres meses los vendían luego. Y de repente llegué yo, que no le iba a robar, ni me iba a comer sus mierdas, ni le iba a robar una guitarra, y nos hicimos íntimos", recuerda.
Pero durante estos años, según relata en el libro, junto a esos momentos de creatividad y pasión, también vio cómo Vega iba necesitando cada vez más la droga, y era él quien le llevaba en su coche a comprarla a ese lugar, el mismo sitio de donde le tuvo que sacar el cantante de Ketama después de que estuviera desaparecido varios días y todos pensaran que estaba muerto.
El autor, nacido en Madrid en 1983, deja claro también en varios momentos de la novela por qué ninguno de ellos quiso ayudar a Vega para frenar su adicción.
"Esa no era mi batalla, yo empecé con Antonio en 2004 y él palmó en 2009 y los dos últimos años no curré con él porque yo trabajaba ya en EMI. Yo era un niñato para decirle que no se drogara, mi cerebro no se planteaba juzgarle", destaca este narrador, a quien Vega reconoció su "paciencia, sueño y dolor" en la canción "Tres mil noches con Marga".
"Antonio -prosigue- era un genio, pero también un diablo y su única prioridad era la droga, y cuando esa prioridad la tenía cubierta era maravilloso, pero al día siguiente había que volver a comprar droga. Y al final no podía hacer la vida de un yonqui sin ser un yonqui".
Además, "Vatio" es una crónica real y realista sobre la industria musical de comienzo de siglo, un sector que Ussía describe sin tapujos, porque no tiene "deudas con nadie".
"Salvando a Antonio, a todos los demás les tengo bastante poco respeto y admiración. Ojalá hubiera conocido el sector en los 80 y 70, pero conocí la industria en los años en los que quien la dirigían era la gente con menos talento y con más chiringuitos".
El hijo del escritor y periodista Alfonso Ussía, finaliza el libro con ese adiós necesario que le tuvo que decir a su amigo dos años antes de que falleciera.
Lo hizo el día que se dio cuenta de que vivía en un estado de "miedo constante", porque Antonio y su adicción le llevó a vivir situaciones más que desagradables con algunos de los grupos de la droga más poderosos del momento, como los llamados "los Gordos".
Una separación que "necesitaba", concluye el autor de esta crónica -prologada por Ray Loriga- sobre lo que es la amistad, lealtad y fidelidad a un amigo.
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