Las otras mujeres que se esconden detrás de Aisha

Las otras mujeres que se esconden detrás de Aisha

Cuando Sylvia Aguilar Zéleny (Hermosillo, México, 1973) era pequeña su hermana mayor desapareció. Se esfumó así de la nada. Patricia ya no estaba. En su lugar apareció Aisha, una joven muchacha que hablaba turco, vestía con hijab, renegaba de su antigua identidad, se había casado y convertido al islam. Del relato de aquella ausencia, del dolor acumulado en un reloj de arena, de la búsqueda de respuestas y de reponerse a un vacío, surgió “El libro de Aisha” (Literatura Random House, 2022), una novela autobiográfica en la que la escritora, a partir de testimonios, cartas y entrevistas, entabla un profundo diálogo consigo misma.

En “El libro de Aisha”, entre la ficción y la autobiografía, Aguilar Zéleny describe cómo la familia se enfrenta al extraordinario cambio de su hija y hermana y cómo la narradora y protagonista, Sylvia, queriendo escribir de su hermana, termina conociéndose a sí misma. La construcción del libro se basa en dos procesos que juegan un papel importante: la pérdida de la identidad de Patricia en un paralelismo con la búsqueda y el hallazgo de la propia identidad de Sylvia. Esta novela se escribe desde la indagación, desde el tratar de entender quién era su hermana y por qué un día se fue para siempre. Patricia es un fantasma vivo que voltea la vida de Sylvia y ella siente la necesidad de saber por qué su hermana tomó esa decisión. Trata de explicarse cuál fue el motivo de romper en pedazos su familia. Una decisión extrema tomada desde el amor por su nuevo hogar, que Sylvia no alcanza a entender y pasa gran parte de su vida adulta rastreando respuestas en cartas, en testimonios, en fotografías. Todo por el afecto que siente por su hermana. No hay nada que nos mueva más en este mundo: el amor como impulso por saber quiénes somos.

La escritura de la autora es muy exacta, precisa y sin rodeos ni palabras rimbombantes. No le acomoda sinónimos al dolor ni a la ausencia, sino que humaniza las elecciones –muchas veces erróneas– que hacemos los seres humanos. Según la narradora la única forma de resolver, o por lo menos de llevar mejor, el alejamiento de Patricia es a través de la escritura. 

Otro de los grandes temas de este libro es la violencia machista. Se cuenta que el marido de Aisha le pega y por los golpes en el estómago pierde a su primer hijo. Lo que es destacable aquí es un tema que no se trata mucho hoy en día: el silencio como cómplice del abuso. Sylvia sabe de los abusos porque la hermana del marido se lo cuenta, pero ella no es capaz de contarlo a sus padres ni de hacer nada al respecto y en un momento dado escribe: “ninguna de las dos hemos hecho nada. Brazos cruzados. Nada. […] Todas traemos el velo”. Se plantea aquí un gran tema de debate que daría para un nuevo libro: ¿el silencio de los demás contribuye a la violencia?

Este es un libro que no deja indiferente a nadie o, por lo menos, no debería, pues Sylvia Aguilar Zéleny plantea los temas de la narración como la punta del iceberg y nosotros, como buenos lectores que somos, debemos reflexionarlas después a solas, con nosotros mismos y llegar a descubrir todo lo que se esconde detrás. Es inteligente no exponer las ideas ya masticadas, el espíritu crítico de esta novela es lo que la mantiene viva. Porque Aisha es una, pero representa a todas las mujeres que sufren o hayan sufrido violencia machista, hasta tal punto de perder su propia identidad.

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