La educación: la verdadera causa de intranquilidad del filósofo Emilio Lledó
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El profesor y filósofo Emilio Lledó (Sevilla, 1927) regresa con su nuevo ensayo, “Identidad y Amistad. Palabras para un mundo posible” (Taurus, 2022) para exponer –como dijo él mismo no hace mucho en una entrevista– sus “preocupaciones de muchísimos años”. Se trata de un libro en el cual reflexiona sobre algunos conceptos esenciales de la modernidad que sustentan su obra a lo largo de todos estos años: el lenguaje, la identidad, la intimidad, la educación, la justica, la amistad o la belleza. A sus 94 años el premiado con el Nacional de las Letras y el Princesa de Asturias de Humanidades y miembro de la Real Academia Española, se sigue preocupando por el futuro de nuestra sociedad.
Un tema que le obsesiona –uso aquí el verbo “obsesionarse” con una connotación muy positiva– es la educación. Me acuerdo de haber escuchado un podcast del programa semanal BBVA “Aprendemos juntos 2030” en el cual Lledó repetía que “la esencia de la educación es mostrar el mundo como posibilidad” y, a medida que uno avanza con su nuevo ensayo, se da cuenta de que justamente esta es la tesis que afirma de nuevo. La educación como forma de libertad extrema, como el saber que nos permite avanzar a un mundo mejor. Este volumen no es únicamente una oda al conocimiento, no es un elogio ni un mero análisis, sino más bien se trata (la segunda parte del ensayo) de una crítica constructiva de la sociedad actual basada en argumentar y mostrar el pensamiento de los primeros filósofos de la Antigua Grecia. Porque, según el punto de vista de Lledó, quien manipula la educación puede manipular la vida social e intentar dominar la enseñanza es dominar también el futuro.
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Algo que también es puesto de manifiesto por Lledó es que la libertad se subordina a la necesidad del entendimiento del mundo y de su interpretación. En realidad, existimos en un universo de lenguaje o de palabras y esto es esencial para percibir en todas las composturas lo que es el ser humano como individuo, en todas sus capacidades posibles. Como escribe el filósofo, la “mismidad”, la identidad o el yo “no es un espejo sino un río, un río de palabras, el supuesto fondo de nuestra intimidad”. Nuestra identidad se forma a través del lenguaje que percibimos y entendemos, somos seres de palabras. Lo que evidencia esto, de nuevo, es la necesidad de reforzar el sistema educativo, para que los ciudadanos alcancen un nivel alto en sus habilidades cognitivas y su espíritu crítico, para ser capaces de reflexionar con un pensamiento propio y localizar las falacias y medias verdades, en un mundo donde estas se encuentran en abundancia.
“Identidad y Amistad. Palabras para un mundo posible” es un ensayo, como los muchos que ha escrito Lledó, que no deja indiferente y, si lo hace, es que su preocupación sobre la educación no puede quedarse de lado. Porque si a alguien que comprende lo que Lledó cuenta, estas páginas no le hacen reflexionar sobre las verdaderas cuestiones de la vida, es que algo mal estamos haciendo como sociedad. Los “libros de playa” están muy bien, todos necesitamos despejarnos de vez en cuando, pero otra cosa son las lecturas, como los ensayos de Lledó, que tienen la suficiente profundidad de hacer que los meditemos días y meses después de haberlos terminado.
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