“Los elegidos de Hathor”, la nueva novela negra de Begoña Montero Zahonero
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Begoña Montero Zahonero (Madrid, 1970) combina la labor docente en un instituto madrileño, con el desempeño como escritora, bien de textos dramáticos –con “Nadie callará mis ojos” fue semifinalista en el certamen de la Fundación Yehudi Menuhin– bien, en los últimos años, como novelista: en 2020 publicó “Ordalía” (Distrito 93) y acaba de aparecer “Los elegidos de Hathor” (2022), en la misma editorial. En esta última continúa la estela del género negro, utilizado en la primera, y ofrece una despiadada historia sobre el lado más oscuro del ser humano, con elementos –por ejemplo, el canibalismo– verdaderamente tétricos.
Con el pretexto de un juego que se retransmite en Internet, una red organizada que actúa bajo el nombre de “Los elegidos de Hathor” se encarga de captar a MENAs (menores extranjeros no acompañados) y los incitan a llevar a cabo todo tipo de atrocidades, a imitación de los asesinos más famosos de la Historia, a cambio de una compensación económica. La novela comienza con la biografía de los cinco jóvenes elegidos para comprender cómo, en situaciones extremas, cualquier salida puede ser una opción. Los planes diabólicos que les obligan a ejecutar son percibidos por estos menores como una oportunidad para mejorar su vida y la de sus respectivas familias; y es aquí donde estriba la parte humana de la novela: la extorsión de hombres poderosos es el verdadero juego, la vulnerabilidad de los menores, el tema de la obra.
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Los personajes constituyen una jerarquía en función de su capacidad de decisión. Junto a los jugadores, que están completamente expuestos y sus matanzas son retransmitidas en la “deep web”, se encuentran quienes controlan el juego, que cubren sus rostros con máscaras. Todas estas caretas representan un animal —el cocodrilo, el búfalo, el halcón… pseudónimos, además, de los personajes— y representan también simbólicamente su propia deshumanización.
Frente a este grupo de criminales, se halla —como es propio en el género— el cuerpo de policía. Al mando encontramos al inspector Roberto Romero, cuya historia personal se ve entremezclada con su labor profesional. Cabría, además, hablar de un tercer personaje colectivo, invisible, que estaría constituido por los usuarios de la “deep web”: aquellas personas anónimas que disfrutan viendo el sufrimiento ajeno y que contribuyen a hacer de ese espectáculo sangriento, un fenómeno de masas.
A medida que avanza la trama, el macabro juego se torna complejo y desenfrenado; aumenta la frecuencia de los asesinatos y, con la frecuencia, los actores se ven más expuestos y deben tomar decisiones con tanta rapidez que pierden buena parte del control sobre la situación: “no nos olvidemos de que las causas de las acciones humanas suelen ser inconmensurablemente más complejas y variadas que nuestras explicaciones posteriores sobre ellas”, lee el inspector Romero en una misteriosa nota que referencia a Dostoievski.
El destino final de la organización y sus miembros solo habrá de descubrirlo quien se aventure a adentrarse en las páginas de esta impactante novela. Desde aquí, invitamos a hacerlo con una mirada crítica, que vaya más allá de los aspectos puramente sádicos del texto; pues aunque el lector no cese de preguntarse quién de los cinco elegidos ganará, no debe olvidar lo que subyace en la novela: que aquellos que optan por el abuso, el miedo y la violencia estarán siempre abocados al fracaso.
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