“El viento conoce mi nombre”, la última obra de Isabel Allende
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“El viento conoce mi nombre” es la última publicación de Isabel Allende (1942, Lima, Perú), autora referente de la literatura hispanoamericana contemporánea. Allende comenzó su carrera literaria a los 40 años, en 1982, con el éxito internacional “La casa de los espíritus”. A pesar de su tardío inicio en el mundo de la ficción, en su prolífica carrera ha dado a luz hasta 23 novelas, todas ellas aclamadas y traducidas a numerosos idiomas (“Paula”, “Hija de la fortuna”, “Inés del alma mía”). La escritora ha sido galardonada con más de sesenta premios internacionales, entre los que cabe citar el Premio Nacional de Literatura de Chile, la Medalla de la Libertad en los Estados Unidos (2014) y la medalla de honor del National Book Award.
“El viento conoce mi nombre” relata dos historias separadas en el tiempo, pero análogas. Samuel es un niño judío que vive en la Austria de 1940, durante los turbulentos tiempos previos a la Segunda Guerra Mundial, en los que la tensión social y política con el nazismo aboca a los peores y más violentos sucesos, como es la noche de los cristales rotos. El temor por el futuro del niño hace que su madre se vea obligada a enviar a Samuel al exilio. Samuel, con tan solo cinco años, pone rumbo a Inglaterra en un tren en el que solo caben niños, la mayoría de los cuales jamás se reencontrará con sus familias.
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Anita es una niña de siete años, nacida en El Salvador. Con ella nos situamos en un año mucho más próximo al actual, el 2019. Sin embargo, su situación no dista mucho de la de Samuel 80 años atrás. Huyendo de una vida llena de temor, inseguridad y peligro, su madre se ve en la necesidad de sacarla de su país natal. Debido a las nuevas políticas de inmigración estadounidenses, madre e hija son separadas en la frontera con EE. UU. Nuevamente, nos encontramos con un infante inocente que es forzosamente separado de su familia, a causa del terror que vive en su país, sumado a la incomprensión y a las trabas de administraciones y gobiernos que debieran prestar asilo.
Estas dos historias se convierten, al final, en una sola y muchas más al mismo tiempo. Son los relatos de tantísimos niños que a lo largo de la historia se ven convertidos en los mayores perjudicados de conflictos políticos en los que nada tienen que ver. Niños condenados a sentir el desarraigo y la pérdida, a crecer sin sus familias y en muchos casos sin vínculos estables a lo largo de su infancia. Niños que, al igual que Samuel, puede que consigan salvar su vida, pero quedarán marcados para siempre por el trauma.
La novela está cargada de crítica social, pero esta es tratada a través de la empatía. Allende nos habla de la inmigración ilegal en el marco de las políticas de tolerancia cero del expresidente estadounidense Donald Trump. Vivimos la repercusión de esas políticas poniéndonos en la piel de Anita, cuya historia está inspirada en la de una niña ciega que existió en la realidad. La autora pretende hacernos conocer ese lado del proceso del que nuestra sociedad se encuentra tan desentendida, que veamos de cerca el sufrimiento de personas que bien podríamos ser nosotros, en lugar de números y estadísticas.
Por otro lado, tenemos muy presente en este libro la importancia de la memoria histórica. Son varios los acontecimientos históricos que aparecen: desde el holocausto judío, un tema ya universalmente conocido hasta otros desastres humanitarios mucho menos tratados en la literatura, como las crueles matanzas de El Mozote en El Salvador o la crisis de Guatemala. La escritora hace, de forma explícita, un alegato en defensa de Latinoamérica, además de una contundente denuncia por el maltrato que han sufrido los países de este continente, siendo peones en el juego político y económico de EE. UU. Isabel Allende fue testigo en Chile, país donde pasó la infancia, de cómo el gobierno democrático de Salvador Allende (su tío) fue derrocado en 1973, suceso tras el cual tuvo que emigrar a Norteamérica.
Sin embargo, a pesar de la dureza de los hechos del libro, nos plantea una esperanzadora humanidad, en la que un corazón conmovido puede cambiar las cosas. Nos muestra la cara del hombre que comete las peores vilezas, al mismo tiempo que la solidaridad y el altruismo que todavía quedan en muchas personas.
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