Ignacio Blanco: “Muchos de los problemas que tenemos hoy ya fueron anunciados por Ortega y Gasset”

“La rebelión de las masas” le marcó en la carrera a Ignacio Blanco. Fue el comienzo de un camino largo y fructífero. El joven estudiante cursó sus estudios de filosofía en Sevilla, antes de sumergirse en el mundo periodístico. “Este libro fue mi primer contacto con Ortega. Me impresionó, no solamente por la descripción del Siglo XX, sino los temas tan graves que se estaban tratando ahí, y sin embargo la liviandad y facilidad con la que se leía”. Ahora, aquel muchacho que se quedó prendado con las palabras de Ortega y Gasset es catedrático de Periodismo en la Universidad CEU San Pablo y lleva más de 20 años investigando la obra del filósofo.
Recientemente ha sido nombrado director del Centro de Estudios Orteguianos. Madrid Actual entrevista al profesor en la Fundación Ortega-Marañón con motivo de la publicación de su último libro “Nací sobre una rotativa. Las empresas culturales de José Ortega y Gasset” (Ed. Tecnos) en el que profundiza en los proyectos periodísticos (“El Imparcial”, “El Sol”, “El Espectador”, etc…) del pensador.
PREGUNTA:- A Ortega se le conoce más como un filósofo, pero a usted le interesa su labor periodística. ¿Qué tiene ese periodismo en especial para ahondar en él, según su punto de vista?
RESPUESTA:- Me di cuenta de que “La rebelión de las masas” en realidad nunca fue un libro: más bien artículos de periódico que Ortega reúne y publica en ese volumen. Me interesa mucho la filosofía de Ortega, el raciovitalismo, y toda la conexión que tiene con Husserl en la fenomenología. Me parece que la gran transformación filosófica del siglo XX realmente es la superación del positivismo. Sabemos que este dicta que solamente existe lo que se puede demostrar empíricamente. Esto ha dejado fuera del conocimiento muchas realidades que no se pueden comprobar. La fenomenología de Husserl propone la superación del reduccionismo positivista, y ahí es donde conecta con Ortega cuando propone el raciovitalismo, que es una superación del racionalismo y del idealismo. Me interesa mucho la filosofía de Ortega, la de la razón vital, que se complementa con el Ortega ya adulto, en el concepto de la razón histórica y la razón biográfica.
Es un sistema filosófico muy interesante. Nos ilumina hoy a nosotros y a los problemas que tenemos. Dicho esto, respondiendo a su pregunta concreta, lo que me interesa del periodismo de Ortega es su compromiso social y político. Ortega se va a estudiar filosofía a Alemania, pero es un profundo enamorado de su país. Sin embargo, la España que él percibe ahí, es una España empobrecida, analfabeta, muy lejos de los estándares de calidad científica y cultural que ya disfrutan las potencias centroeuropeas.
P:- ¿Es entonces cuando Ortega se da cuenta de que tiene que hacer algo por su país?
R:- Sí. Desde ese momento, él convierte su vocación –su amor a España–, en un proyecto de vida. Y comprende que en España, solo a través del periódico, es posible cambiar algo. Estamos hablando de una persona que leyó a Kant en alemán. Ortega sabía que en España es imposible hacer filosofía fuera de la universidad, o fuera de los libros de filosofía… únicamente podría hacerse a través del periódico.
P:- Ortega dice que “quien quiere crear algo tiene que aceptar ser aristócrata en la plazuela”. ¿Entendemos de la misma manera el significado de “aristócrata” que como lo entendía él?
R:- El concepto de aristócrata tradicionalmente ha sido malinterpretado. Etimológicamente, el aristócrata es “el mejor”. Entonces, él dice que toda creación es aristocracia en el sentido de que quien quiera crear algo tiene que ser el mejor. En España solamente se puede ser aristócrata en la plazuela, es decir en la plazuela intelectual que es el periódico.
P:- Ortega sostenía que “El Sol” era un periódico hecho por intelectuales para intelectuales. ¿Tiene sentido histórico esa teoría de las élites?
R:- Es un periódico que se aleja de la información popular. De lo que ya en Estados Unidos era la “Penny press” o la prensa de masas. Es decir, se aleja de los crímenes morbosos y turbulentos. Por ejemplo, un detalle es que “El Sol” renuncia a la información taurina. Vuelca mucho más esfuerzo e interés en artículos profundos, los llamados folletones de “El Sol”. Por ejemplo, los de Ortega. Entonces, hay grandes intelectuales escribiendo sus columnas antes que una información puramente popular. Claro, desde esta perspectiva, eso convierte a “El Sol” en un periódico de élite. Es un rotativo que no está hecho para la masa de lectores. Urgoiti, que era un empresario muy inteligente, al poco tiempo de fundar “El Sol” y darse cuenta de que era deficitario, funda “La Voz”, que es el vespertino y habla de los crímenes y de los casos más morbosos.
P:-“El Sol” forma parte de la historia del periodismo de nuestro país…
R:- Así es. Raro será el historiador del periodismo español que no coincida en afirmar que “El Sol” fue el periódico más importante que hubo durante la primera mitad del siglo XX. De hecho, los artículos de “El Sol”, los leía, efectivamente, la burguesía ilustrada, que es la que después, en la barbería, mientras se afeitaban, o en las tertulias, comentaba los contenidos. Y se propagaban de esa forma.
P:-Ortega se posiciona como antimonárquico, pero realmente no es una persona que se pueda clasificar en una ideología clara. Se mostraba crítico con la sociedad, a pesar del bando correspondiente. Hoy vivimos en un mundo polarizado. Clasificamos las personas y las acciones en derecha e izquierda sin razonar en profundidad. ¿Qué mensaje comprendemos de Ortega en nuestra sociedad actual?
R:-Ortega es inclasificable en el concepto de derecha-izquierda. Se escapa de cualquier clasificación de esa naturaleza tan gruesa. Ortega fue un demócrata liberal. Es cierto que él aboga por la llegada de la República, lo cual lo convierte de facto en un antimonárquico. Ortega se oponía a la monarquía de entonces. Esto es importante subrayarlo. Fue un autor muy pegado a sus circunstancias. No sé lo que Ortega pensaría de la monarquía actual, pero desde luego analizaría las circunstancias primero. Pienso que la monarquía parlamentaria de Felipe VI no tiene nada que ver con la monarquía de Alfonso XIII. Se oponía a una monarquía como la de Alfonso XIII porque se da cuenta de que es la monarquía la que mantiene el sistema caciquil y clientelar que existía en España. Por eso Ortega dice que esta monarquía es “la piedra angular del ARCO en ruina”, que es España. Hace falta quitar la piedra para que el arco se desmorone y volver a edificarlo de nuevo. Hace falta acabar con el rey. De hecho, termina diciendo, “españoles, vuestro Estado no existe. Reconstuidlo. Delenda est monarchia”. Es cuando Ortega se posiciona como antimonárquico. Pero no creo que sea dogmático en el sentido de decir, ‘nunca voy a aceptar a una monarquía’. Es simplemente la de aquel momento histórico. Creo que se malinterpreta mucho lo que él dice en este caso y se extrapola a todos los demás casos. Eso pasa mucho también en nuestra sociedad actual.
P:-¿Ortega decía que su “periodismo es un periodismo de acción”. ¿Cree que el periodismo se entienda así hoy en día?
R:-Desgraciadamente el actual es un periodismo de acción ideologizada. Pienso que hoy los periódicos han tomado posición. Vivimos en la sociedad de las etiquetas. Vamos a decirlo con una palabra más de nuestro tiempo: en una sociedad identitaria. Aquí todo el mundo es etiquetado y los periódicos están haciendo campaña política. En ese sentido, para mí esa es una acción equivocada.
P:-Es muy interesante la relación con su padre, José Ortega Munilla, que explica en su libro. ¿Cree que la personalidad de Ortega –la juvenil y la posterior– está claramente marcada por su progenitor?
R:- Es muy interesante la biografía de esta familia, porque no puede ser más ilustrada. Él nace sobre la rotativa, de ahí el título del libro; su madre era heredera de un paquete de acciones de “El Imparcial”, periódico dirigido por su padre, un escritor importante, un académico de la lengua, muy reconocido por Azorín, Baroja, Maeztu... Todos los intelectuales de la época iban a ver a José Ortega Munilla para hablar de sus publicaciones o artículos. Ese es el caldo de cultivo en el que se desarrolla, surge y se despierta una personalidad tan dotada como la de Ortega. La relación con su padre siempre fue de admiración. Lo que ocurre es que Ortega muy pronto supera a su padre y ahí se produce la ruptura generacional de pedir paso.
Le decía que la biografía de su familia es muy interesante porque recuerdo haber leído una anécdota de la primera vez que José Ortega Munilla escucha a su hijo hablar en público y se queda de piedra... Ya sabía que la suya era una inteligencia superdotada, pero nunca le había oído hablar en público. Se siente realmente deslumbrado por la brillantez y la exposición de sus ideas. Pienso que Ortega admiraba a su padre, pero muy pronto se da cuenta de que su generación tiene otra misión.
P:-¿Por qué cree que Ortega es tan actual?
R:-Muchos de los problemas que tenemos hoy ya fueron anunciados por Ortega. Realmente podríamos coger ahora ciertas páginas de su obra y diríamos ‘esto se publicó ayer’. Porque en cierta forma nuestro mundo es heredero de la sociedad de masas. Ortega la describe como ningún otro autor de su tiempo. Creo que muchas de las ideas que Ortega describe de la sociedad de las masas a nosotros nos resultan muy cercanas. Por ejemplo, Ortega habla del “hombre-masa”. Lo describe poniendo dos ejemplos. En uno de ellos dice que el especialista es un bárbaro porque es un tipo que sabe muchísimo de lo suyo, pero no tiene ningún conocimiento holístico de lo que pasa a su alrededor. Ese contraste entre el hombre renacentista y el especialista es lo que Ortega describe como el “hombre-masa”. Hoy pasa algo muy parecido en nuestra sociedad. También lo describe con la psicología del niño mimado que se comporta como un despota y un altanero, que desprecia cuanto tiene porque se cree que esta calidad de vida nuestra es espontánea de la naturaleza. El “hombre-masa” es ignorante y desconoce todo el esfuerzo de las generaciones precedentes para llegar a disfrutar de la vida que nosotros tenemos. Y cuando uno no reconoce el esfuerzo imponente del pasado para construir el mundo que disfruta, lo trata con la punta del pie, como hace un señorito satisfecho, que es un heredero que se dedica a despilfarrar la herencia y a descuidarla porque no le duele. Tiene que ver con que el hombre del siglo XX, y del nuestro, es así: inconsciente del esfuerzo que ha supuesto construir el mundo del que disfruta.
P:-En abril le nombraron director del Centro de Estudios Orteguianos. ¿Tiene algún proyecto entre manos?
R:- En el Centro de Estudios Orteganos se han hecho muchas cosas muy bien llevadas a cabo durante años. Realmente ha habido grandísimos investigadores. Me gustaría llevarlo por los nuevos canales, más digitales, y la nueva narrativa de nuestro siglo. Es decir, se puede hacer mucho digitalizando contenidos, quitando aranceles, abriendo puertas y llegando a públicos que no llegamos. Visualizo en mi cabeza un gran portal digital donde se van a mezclar muchas narrativas. Querría hacer, por ejemplo, un podcast en el que vamos a explorar qué diría Ortega hoy frente a la situación actual. Por ejemplo, la reforma educativa o la universidad. Traeríamos a especialistas de Ortega del mundo universitario para hablar de ello. Querría poner también un buen buscador de citas de Ortega, porque es uno de los autores más citados, pero también con mucha cita apócrifa. También he pensado en hacer un mapa de Ortega por el mundo. Como un gran mapa mundi en el que vas pasando el ratón y ves dónde estuvo, dónde dio conferencias y el contenido de estas, etc. Ortega en Estados Unidos, en Europa, dónde se ha traducido y el qué. Además, haría un archivo de la palabra con los grandes estudiosos de Ortega. Una larga entrevista a todos los que han estudiado su obra en profundidad. Me gustaría que la piedra medular del Centro sean, durante el tiempo que yo esté aquí, los jóvenes. Tengo pensado montar un encuentro estacional, anual, de jóvenes orteguianos. Los que leen a Ortega, los que hacen su tesis sobre el filósofo o los que simplemente están interesados en su figura.
P:-En el epílogo cuenta que tras la muerte de Ortega, empezó a circular un bulo periodístico para que la gente pensase que se había convertido al catolicismo…
R:-En este país el nacionalcatolicismo fue tremendo porque no entendía la religión, ni entendía el cristianismo. Igual que se dice que la letra con sangre entra, en aquella época se podría decir que la fe con sangre entra. Ortega fue una persona agnóstica. Pocos filósofos fueron más respetuosos con la iglesia y con la verdad de Dios. Fue una persona inteligente. Lo que pasa es que no fue creyente. Tampoco un ateo. El tema de Dios en Ortega simplemente está ausente. ¿Qué ocurre? En un país como el nuestro, imagino que la gente nacionalcatolicista pensaría que ser agnóstico es ser directamente un ateo, un enemigo de Dios. Y él no era en absoluto enemigo de nada. Era un hombre con sus propias ideas.
Ortega, como no podía ser de otra forma, tenía muchos amigos curas y teólogos. El padre Félix García, un agustino, era muy amigo suyo. Ortega ya estaba con un cáncer terminal, ya desahuciado. Estaban esperando que se muriera y García fue a verlo. Entró con la puerta cerrada para hablar con su amigo. Lo que pasó dentro de la habitación no se sabe. Los hijos recuerdan que su padre estaba ya bajo los efectos de la morfina, con muy poca lucidez. La prensa estaba casi delante de la habitación. Era noticia si se moría o no se moría. Se montó un bulo informativo. Cuando vieron que el padre Félix había ido a verle, la prensa lo entrevistó. Debió de decir algo como que había muerto en la gracia de Dios. La prensa católica tituló que Ortega besó el crucifijo con lágrimas en los ojos. Es muy interesante también la diferencia que hubo entre el tratamiento que dio la prensa interior y la exterior. Pudieron obligar a la interior a que siguiera una determinada línea de interpretación, o un cuadro, pero a la exterior no. Y cuando la prensa lejana de nuestras fronteras empezó a elogiar, a valorar y a ponderar la figura de Ortega y su obra, su impacto aquí dentro también se percibía.