“Valentina”: cuando la libertad y la pasión desafían las normas

“¿Por qué el amor tiene que encajar en un molde?”, se pregunta María Zabay (Zaragoza, 1977), periodista y escritora, en una entrevista telefónica con Madrid Actual. La autora destaca por su destreza en la redacción de historias que emocionan abordando temas de gran importancia social como la diferencia de clases, la moralidad, la lucha por la libertad y la autonomía mediante la relación del humor y la sensualidad.
Tras “Diosas de Papel” (2006) o “La alumna” (2016) –ambas publicadas por Arcopress Ediciones–, ahora se lanza con “Valentina” (Suma, 2025), una historia de una heroína muy humana que se aleja de los superpoderes de Wonder Woman, aunque cuyas similitudes la hacen posicionarse como un símbolo de empoderamiento femenino.
“La idea de esta novela nació de esa lucha silenciosa de todas las personas que cada día luchan por sus sueños”, afirma Zabay. El libro es una representación que huye de los estereotipos explorando temas como la sexualidad, la moralidad, la lucha de clases y el amor en todas sus facetas.
Valentina es el retrato del poder femenino. “Ella es una pícara y, como ha dicho Arturo Pérez Reverte, una desvergonzada”. La protagonista utiliza esa picardía como arma. El relato, en su conjunto, representa el día a día de Valentina para lograr sus sueños mientras se enreda en un viaje de luces y sombras. Durante la historia, el lector se sumerge en un mundo humano, en el que el factor principal de esta característica es la incertidumbre y la lealtad a uno mismo. “Hay mucho de mí en eso, en lo que supone sentirte sola en un mundo de adultos”.
Valentina vive el contraste de Jamaica (Queens) y Manhattan, “dos mundos separados por abismos invisibles”. Tras crecer en una familia humilde donde los sueños están lejos de la realidad y el dinero se consigue luchando, la protagonista se moviliza a Manhattan para empezar a cumplir su sueño y huir de la escasez de su barrio. Además, Valentina es el claro ejemplo de la importancia de la toma decisiones. Sus dos progenitores, de forma indirecta, la instruyen para crear su propia personalidad. La figura Paterna se muestra más reflexiva mientras que la materna es más impulsiva, y de alguna manera, Valentina lucha contra esas diferencias entre ambos, consiguiendo así una toma de decisiones independiente. El factor mundano de Valentina rechaza todo aquello con lo que no está de acuerdo, pero de forma inevitable “sigue patrones”.
Durante el recorrido de la historia, se enfrenta a dilemas por la lucha de oportunidades, la complejidad en las relaciones amorosas, la fidelidad a los sentimientos propios y la sofisticación de Manhattan. “Quise explorar el poder económico, social y sentimental”, explica la autora.
El destino, así afirma Valentina, pone en su camino a Andrew, un hombre adinerado e instruido, que cambia su forma de ver las relaciones de pareja confrontando, de esta manera, la idea que tenía Valentina sobre ellas. “Abordo el amor con todas sus complejidades”. Valentina se enfrenta a una inseguridad constante por la diferencia de clases sociales, cuya causa es la ambigüedad de ambos lugares: “Manhattan y Jamaica son un personaje en sí mismo”, reitera Zabay. Y, en algunos casos, esa incesante lucha por mantener su identidad se ve tambaleada por esa ingenuidad causada a partir de la indecisión relacionada con la diferencia social, abordando, por ejemplo, un tema como el racismo e inclusive, comenzando a replantearse sus actitudes por las disimilitudes en ambos mundos. “Lo paradójico aquí es que su libertad es honesta, mientras que lo socialmente aceptable, a menudo, encierra la hipocresía”.
La prosa de Zabay es fluida, genera emociones en el lector. Demuestra dominar el mundo de la escritura, con un estilo elocuente y rebelde. La autora muestra cómo la novela utiliza el deseo y lo erótico como hilo narrativo. Confiesa que escribir esta novela “fue un gran reto, un reto muy bonito”. El resultado es un libro que apasionará a los amantes de la literatura y, sin duda, dejará con ganas de seguir conociendo la vida de Valentina. “La novela nos enseña que soñar no es un privilegio, es una necesidad”, afirma Zabay.