Lo que robó la Gestapo

 Lo que robó la Gestapo

El Gobierno sabrá, y no estaría de más que lo explicara, por qué ha metido la devolución de un palacete en el llamado "decreto ómnibus" que establece la subida de las pensiones, las ayudas al transporte y los recursos destinados a paliar las devastaciones de las riadas de octubre y del volcán de La Palma, y la oposición de las tres derechas sabrá, y también debería explicarse con alguna congruencia, por qué le parece tan mal, hasta el punto de votar en contra del paquete y hacer abortar el decreto, que se restituya a su legítimo propietario, el PNV, el inmueble parisino que le robó la Gestapo durante la ocupación nazi de Francia y que transfirió seguidamente a la Falange y, al cabo, al ilegítimo estado franquista.

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A las tres derechas que han tumbado en el Congreso la subida reglamentaria de las pensiones, cuestión que afecta a doce millones de españoles, les parece fatal lo del palacete por razones diversas: a VOX porque sí, porque lo lleva en los genes; a la partida carlistona de Puigdemont que luce el nombre de Junts porque, como se sabe, le gusta horrores tener cogido de salva sea la parte al Gobierno con sus extorsiones; y al Partido Popular porque cualquier cosa que socave al Ejecutivo, sea la que sea, le sabe a pura ambrosía, incluso, como en éste caso, cuando entre sus votantes se hallan millones de personas a las que maldita la gracia les hace que no se les actualicen las pensiones a causa de esa desatentada acción opositora.

Las tres derechas tienen, cada una, sus particulares motivos, móviles más bien, para hacer morder el polvo al Gobierno, aunque a quien le hacen morder el polvo de la ruina y del empobrecimiento es a los afectados de la dana y del volcán, y a los pensionistas, la mayoría de los cuales percibe, por cierto, una miseria. Vox y Junts no tienen que explicar nada, su propia naturaleza y objetivos lo explican todo, pero el PP, con sus pretensiones de partido de Estado y de alternativa política, sí tiene que justificarse. En primera instancia, según fue consciente de lo antisocial de su voto, arguyó que era por lo del IVA, pero el decreto no decía nada del IVA, y, deprisa y corriendo, se inventó otra excusa: el palacete. Pero con ésto, a la hora de explicarse, lo lleva peor: ¿por qué se opone a que un partido español recupere algo que le robó la Gestapo?

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