Farsa sindical
Antaño, si el Gobierno de turno promovía alguna iniciativa lesiva para el grueso de los asalariados, los sindicatos salían a la calle a manifestar su rechazo.
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Ahora los tiempos han cambiado. Tanto como para que a quien ahora le han convocado una manifestación es ¡a la oposición¡, a los partidos que la semana pasada votaron en contra de un decreto "ómnibus."
Decreto "trágala" también sería una denominación idónea para resumir el contenido de una iniciativa que mezclaba hasta cien medidas, algunas tan alejadas a la revalorización de las pensiones o la bonificación del transporte público como la cesión al PNV del palacete parisino en el que tiene su sede el Instituto Cervantes. Las direcciones actuales de UGT y CC.OO. vienen actuando en sintonía con la estrategia del Gobierno en este caso acusando al Partido Popular de "oportunismo político" al haber tumbado el mencionado decreto.
Nada dicen ni nada exigen al Gobierno porque si Pedro Sánchez quisiera podría llevar al Congreso un nuevo decreto para revalorizar las pensiones, aprobar nuevas ayudas los afectados por la riada y mantener la bonificación al transporte. Quienes votaron en contra del "ómnibus" tienen dicho que ese nuevo decreto contaría con su voto favorable. ¿Por qué entonces Pedro Sánchez no solo no rectifica sino que insiste en que volverá a presentar el mismo decreto que fue rechazado? La respuesta es sencilla: Sánchez busca rédito político acusando al PP de ser el culpable de que no se suban las pensiones. No hay más explicación, ni menos sentido del decoro.
Para explicar la maniobra de los sindicatos convocando manifestaciones contra la oposición basta con recordar la continuada línea de subvenciones que reciben del Gobierno. Quien paga, manda. Lejos quedan aquellos tiempos en los que a Felipe González la UGT, con Nicolás Redondo a la cabeza, le convocó una huelga general que también apoyó Comisiones Obreras. Fue el famoso "14 D" que en diciembre de 1988 paralizó el país en protesta contra un Plan de Empleo para jóvenes y otras medidas económicas tildadas de liberales. Si aquello fue un drama, lo de ahora se parece más a una farsa.
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