Política de almoneda
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Tenemos un Gobierno rodeado de problemas como resultado de la precariedad parlamentaria del PSOE, servidumbre que deposita en manos de sus voraces socios la capacidad gestora del Ejecutivo.
La alambicada negociación de los Presupuestos, clave de bóveda de la continuidad de la legislatura, es la expresión más descarnada de dicha dependencia. Algunos socios exigen contrapartidas cada vez más onerosas ante las que Pedro Sánchez va cediendo pero intentando disfrazar el alcance de las cesiones. Es un juego de ambigüedades que en algunos casos bordea el surrealismo.
Ocurre con la cesión a Cataluña del cien por cien de la gestión de la Agencia Tributaria -una exigencia de ERC- que los separatistas presentan como el "cupo" catalán a la manera de la singularidad fiscal vasca o navarra pero que el Gobierno, por boca de la no menos singular María Jesús Montero, ministra de Hacienda, intenta disfrazar sabedor del rechazo que provoca en el resto del país, incluidas las comunidades gobernadas por el Partido Socialista.
Otro tanto sucede en términos de lío político con la pretensión en este caso por cuenta de Junts (Puigdemont) de la cesión a la Generalidad de las competencias en materia de inmigración porque el control de fronteras es potestad exclusiva del Estado. Exigen. Apremian. Conocen a Sánchez y confían en qué acabará cediendo. Como sucedió con el PNV que a cambio de seguir contando con el apoyo en el Congreso de sus cinco diputados consiguieron la propiedad del famoso palacete parisino. Una liebre que parece haber alertado otros casos de inmuebles confiscados tras guerra civil.
Rebasado ya la fecha que establece el Art. 134 de la Constitución para presentar el proyecto de Presupuestos Generales del Estado: tres meses antes de la expiración del anterior, todo indica que La Moncloa está dispuesta a ceder a las exigencias de quienes tienen en su mano la llave para aprobarlos en el Congreso. El por qué a estas alturas seguimos con la cuentas prorrogadas de la legislatura anterior se explica, más que por las dudas de Pedro Sánchez a convertir el Estado en almoneda cediendo a la avidez de sus socios separatistas, porque es consciente de la impopularidad y el desgaste político que dichas cesiones suponen para el PSOE. Pero lo sigue intentado porque si le aprueban los Presupuestos le garantizan la legislatura.
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