El libro del asesino

 El libro del asesino

En los círculos literarios y opináticos, fuera de ellos me parece que bastante menos, se ha levantado una buena polvareda por lo de un libro que un tal Luisge Martín ha escrito sobre los terribles asesinatos de sus propios hijos, Ruth y José, de 6 y 2 años de edad, cometidos por José Bretón, quien tras matarlos los quemó para intentar hacer desaparecer sus cuerpos.

 

La disputa estaba entre si el libro se debía o no publicar y si la justicia debía o no impedirlo. Hubo encontradas opiniones al respecto, e incluso muchos periodistas culturales a los que la editorial Anagrama se lo había hecho llegar previamente pudieron leerlo y ya las hicieron con mayor conocimiento de causa.

Yo no lo he leído ni lo pienso leer. Porque esa fue en realidad, la primera y única decisión en firme que tomé, al conocer la noticia. Para mi la cosa había quedado zanjada al sentir algo visceral, una repulsión inmensa y al tiempo que el no hacerlo era frustrar al criminal y respetar a sus victimas, tanto a los niños asesinados como a la madre a la que quería seguir asesinando viva, pues esa a todas luces había sido la intención de este ser miserable y repulsivo al cometer tal atrocidad. Hacer mas daño aún a la madre y seguir haciéndoselo con la exhibición de nuevo a través de esta publicación.

Me quedé en ello y las diferentes peripecias sobre su prohibición o no y y la final de Anagrama de que, aunque se permitió su distribución, renunciar a hacerla, al igual que las diferentes posturas de unos y otros al respecto, muy enconadas en ocasiones, no me llevaron a tener la necesidad de tomar partido entre unos y otros. Entendí que la postura esencial y personal ya la había tomado. Ni comprarlo ni leerlo era lo único que en realidad podía hacer de verdad.

Han venido a apuntalar mis argumentos, mas allá del impulso visceral, algunas cosas que he ido conociendo después. Del autor no he leído nada y creo que apenas nadie tampoco. Obra tiene bastante poca, creo que solo Javier Rioyo, que lo lee todo, había alcanzado a hacerlo con un libro suyo de cuentos. Aunque me ha llegado que a lo mejor alguna frase salida de su pluma si he tenido que escuchar pronunciada como propia por Pedro Sánchez, para quien ha trabajado de negro, preparándole discursos. Nada que objetar y por ahí puede tener mucho mejor recorrido y provecho El que le hizo de tal con la Tesis Doctoral ha acabado de gran preboste por Telefónica o una empresa de esas que ha "tomado" bajo control.

Si me ha interesado mucho más y reafirmado de manera ya total el conocer por David Arjona en su artículo en El Mundo dos elementos que descalifican a la obra y que chafan cualquier argumento a su favor. La única fuente directa del escribano no ha sido otra que el propio asesino a través de cartas y de una entrevista personal y el único aporte profesional para indagar un algo en su personalidad, la de un amigo suyo grafólogo. O sea que el libro no es otra cosa que un monologo del asesino. La conclusión de Arjona, que como periodista suscribo, es la de vagancia y nulo intento de intentar ahondar al menos un poco a través de cercanos, compañeros de trabajo, allegados y, por supuesto, haber intentado ponerse en contacto con quien más ha sufrido y sufre los efectos de su acción, la madre sobre la que intentó hacer caer toda su vesania y crueldad. El no hacerlo por parte del autor descalifica por completo toda la obra y lo descalifica todavía más a él, a Luisge Martin. Porque lo que aflora es la sucia intención de querer ocultárselo hasta que no estuviera publicado. Y esto salpica también, y para mal, a la editorial.

 

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