Las “Personas decentes” de Leonardo Padura: decencia frente a corrupción

Las “Personas decentes” de Leonardo Padura: decencia frente a corrupción

Me da que no hay persona –amante de la literatura– que al pensar en Leonardo Padura (La Habana, 1955) no le venga a la mente el protagonista de muchas de sus novelas, Mario Conde.

Hay escritores que serán relacionados siempre con su reputado personaje inventado porque forme parte de nuestra educación literaria, o quizás porque sea un alter ego suyo lejano, quién sabe. En realidad, el autor Leonardo Padura, había comenzado su carrera como periodista: tras licenciarse en estudios latinoamericanos en La Habana, empezó a escribir en la revista “El Caimán Barbudo”. Tres años más tarde, fue trasladado punitivamente al periódico “Juventud Rebelde” por “problemas ideológicos”. Pronto sus reportajes fueron de los más leídos en Cuba, quizá también porque no temía abordar temas remotos e incómodos.

Para Padura, las novelas policíacas de su “Tetralogía de las cuatro estaciones” son solo un pretexto para contar historias sobre la sociedad cubana y someter a examen la conciencia de su generación. Ha recibido numerosos reconocimientos por su obra, en Cuba y a nivel internacional, entre ellos el Premio Hammett de España en varias ocasiones, el Premio Nacional de Literatura de Cuba en 2012 y, en junio de 2015, el Premio Princesa de Asturias.

“Personas decentes” (Tusquets, 2022) es su nuevo libro donde continúa las hazañas de Mario Conde –sesentón y expolicía en esta novela–, que se ve implicado en un doble homicidio y que tratará de resolver ayudando al investigador encargado. Esta historia se ubica en un 2016 no tan remoto –con el deshielo cubano y la visita de Obama y de los Rolling–, y se intercala con otra narración criminal, histórico-ficcionada, de un siglo atrás, en la que el protagonista es el agente Saborit. Padura construye en esa segunda trama una novela policial ambientada en la convulsa, corrupta y fascinante capital cubana de 1910, cuando todavía aspiraba a ser la Niza de América. Las dos historias guardan una misteriosa relación y en ambas aparecen asesinatos, investigaciones, culpables… Más que de un género policiaco, se trata –como dijo el autor en una entrevista– de una crónica que, avanzando en el tiempo, se ha convertido en una muestra de cómo es la vida contemporánea en Cuba, cómo se ha ido desarrollando la política y la sociedad. Mario Conde no es un simple policía, es ciudadano de un país con gran memoria histórica. Es una “persona decente” –como dice el título– que desvela mucho de la corrupción del régimen y padece angustia por ello. Hay en este libro una crítica contundente a los años de terror y a la opresión en Cuba. La idea es contar una historia paralela a la trama policial, de mirar al pasado para tratar de entender el presente. 

“Personas decentes” es la obra culmen de Padura pues no es nada fácil continuar una saga y que siga teniendo el mismo interés entre sus lectores. La construcción de los hechos la hace una creación magistral, dos historias que se encuentran en el tiempo y se entrelazan con facilidad. No hay pérdida posible. Al leer la última línea, uno se queda con un aliento nostálgico, una sensación de falta de esperanza, de no ver la luz al final del túnel. Esa pregunta que muchos cubanos se hacen cuando ven a sus seres queridos partir, esa filosofía de buscar una vida mejor en el extranjero frente a un Mario Conde que vive con la idea de que no hay que abandonar las raíces. ¿Volverá Tamara –amor constante del protagonista– o se quedará en Italia con su hijo y nieto para siempre?

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