La 'era Trump' y la que nos viene a los españoles

 La 'era Trump' y la que nos viene a los españoles

Espero muy de veras equivocarme en lo que a continuación voy a escribir.

Pero con el 'trumpismo' hemos llegado a un punto en el que nada puede sorprendernos. ¿Qué esperar de un jefe de Estado que desobedece pura y simplemente a los jueces de su país, que deporta ilegalmente a inmigrantes, 'vendiéndoselos' a alguien como salvadoreño Bukele, que anula un indulto de su predecesor -que era un indulto injusto, eso sí-alegando que había sido firmado con un bolígrafo automático? Pues, con tales precedentes, nada me extrañaría que pudiera hacerse realidad el temor que me expresaron ayer dos amigos a los que las decisiones de la Administración Trump pueden costarles muy caras.

Sí, ayer hablé, con el propósito de ilustrarme para una conferencia que debo dar próximamente, con dos buenos amigos. Uno es un gran exportador de una marca de vino muy apreciada. El otro es responsable de una gran cooperativa aceitera, también con importantes ventas en los Estados Unidos. A ambos les pregunté qué creen que ocurrirá con los aranceles que el nuevo poder republicano norteamericano piensa imponer a determinados productos europeos. El uno no acaba de creer que se haga realidad: "los Estados Unidos son los principales consumidores de vino del mundo; sin el vino europeo, y gravando además al australiano y al procedente de Nueva Zelanda, no podría abastecer al mercado". El otro...

El otro me dijo que no descartaba unos 'aranceles variables'. Más cuantiosos para los países poco o nada amigos de la Administración Trump (que no de los Estados Unidos, por supuesto) y menos, o mucho menos, gravosos para aquellos a los que el inquilino de la Casa Blanca considera 'amigos', pongamos por caso Argentina o Italia y Hungría. Si el gobierno norteamericano decide favorecer las importaciones al país de productos italianos, pongamos por caso, mientras dificulta las españolas, nuestro productores vinícolas y oleícolas ya pueden ir temiendo lo peor, porque la Administración Trump habrá favorecido descaradamente a nuestros principales competidores en Europa y en el mundo.

Y no me hable usted de trato injusto o de inseguridad jurídica. No puede hablarse de tal cosa con un Gobierno que se burla descaradamente de los jueces, que tiene controlado al Tribunal Supremo, que basa sus decisiones en la real gana del máximo mandatario y que no muestra el más mínimo equilibrio en tales decisiones. Y España no está, ya lo sabemos, en el 'hit parade' de los afectos del 'trumpismo', que aún, dos meses después, ni se ha puesto en contacto siquiera protocolario con el Gobierno de Pedro Sánchez, instaurando una era de muy extrañas relaciones diplomáticas -que nadie, ni el Ejecutivo de Pedro Sánchez, ni la oposición, tiene interés en desmenuzar, quizá por prudencia, tal vez esperando a que escampe--.

Creo que el vino y el aceite españoles, por poner esos dos productos al frente, podrían ser los primeros paganos de esas malas relaciones. Puede que Pedro Sánchez tenga toda la razón a la hora de criticar -aunque sin citar directamente a Trump-- la ola ultraderechista y arbitraria que nos viene de los Estados Unidos; pero, con toda esa razón a cuestas, el perjuicio que a los españoles se nos puede derivar de esta era loca, loca, loca por la que hemos empezado a transitar puede ser inmenso. Y no me refiero, claro está, solamente a nuestros productos agrícolas: de momento prefiero no enumerar otras hipótesis que se barajan en los Campos educativo, diplomático, turístico, industrial o incluso militar. ¿Quién detiene esta locura?

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