La Vida de Adèle

La Vida de Adèle

Para el director Abdellatif Kechiche con su filme La Vida de Adèle significa la espiral de la pasión sin medida, y el infinito de la soledad por un amor no correspondido. Un cineasta de origen Franco-tunecino que condimenta sus trabajos con las relaciones personales más picantes o amargas, como ocurriera con su anterior trabajo Cous Cous (o más españolizado Cuscús), identificándose con los marginales.

Sus protagonistas Léa Seydoux y Adèle Exarchopoulos establecen un ring de enamoramiento, pasión y decepciones a la carta. Una batalla de sexos en la intimidad, no para todos los públicos, que debería ser aceptada por las neuronas más recalcitrantes.

Porque un día cualquiera te levantas y tu vida cambia. Ya no eres igual (la gente te señala) y el placer que hallabas en las cosas, se decanta por otro ser humano. Sufrir y gozar con él/ella.

La joven actriz Exarchopoulos realiza una apuesta arriesgada y sale vencedora, por la sencillez y la naturalidad en su interpretación. Dramatiza con realismo la lucha de una chica consigo misma y con la sociedad, dividiéndola en tres partes hacia el vacío existencial. O un nuevo comienzo. Seydoux alcanza un clímax más sofisticado (con una carrera más extensa que la primera), su áurea de inteligencia y cierta comodidad dada su mayor edad, le conceden unos proyectos a mayor escala. Empezando por una nueva versión de La Bella y La Bestia, dirigida por Christophe Gans (El Pacto de los Lobos y Silent Hill) junto a Vincent Cassel y Eduardo Noriega.

Volviendo a Adèle este combate amistoso o no, tiene un primer asalto que se convierte en un golpe directo a la sociedad cotilla e intransigente. Existen personas con enormes intereses y ganas de dirigir la vida de los demás, porque desean uniformidad de mentes. Esta incomprensión genera violencia, como siempre.

Además, cuándo esta violencia es ejercida por la juventud (y tenemos casos muy recientes) por motivos sexuales, se vuelve una batalla especialmente cruenta. Unas generaciones algo perdidas que se vinculan a la pérdida de unas libertades que fueron conquistadas por individuos como el del papel de Léa. Este hecho, como otros, no está superado.

Aquí se muestra también una pequeña iniciativa de la lucha en la calle, la protesta por los derechos de los ciudadanos. Sin embargo, se corre el riesgo por la juventud en convertirlos en desfiles carnavalescos. Esto no lo comprendo muy bien, la verdad. Sí, el respeto por las utopías a edades tempranas, insondables e inalcanzables, por defender las ideas con la sangre. Pero, son jóvenes exiliados de futuro, y no cabemos más apenas.

Este cuadrilátero de chicas, es un escenario de sábanas y sudor, de lágrimas y otros fluidos. Dos cuerpos enfrentados lengua a lengua, se propinarán golpes y besos. Dos generaciones distanciadas aunque cercanas, una maestra y su alumna enseñando cultura y voluptuosidad a la vez. Me interesa más el aspecto intelectual que el carnal de La Vida de Adèle. Para el sexo ya tenemos mil canales.

Al tercer o cuarto "round", con el espectador extasiado o saciado, quedan las múltiples referencias literarias-cinéfilas y pictóricas con las que Emma enamora. Mientras Adèle idealiza hasta la idolatría.

Aunque me parece bastante mejor de Brokeback Mountain (quizás sea por mi condición masculina), en esta montaña de vaqueras las tres horas de ascenso y descenso se hace excesiva, empinada. Menos atractiva que otro de los estrenos actuales como Dallas Buyers Club (también comentada por mí en esta publicación).

Así que, aunque celebro sus interpretaciones y guión arriesgados, su sencillez en el tratamiento del enamoramiento y el exceso de pasión, siempre me quedaré con lo onírico antes que con la realidad dura y cruda. Mi lado nihilista y hedonista de la vida de Nino, se reencarna mejor con la historia de La Grande Bellezza.

Prefiero la nostálgica alegría del arte italiano, en este caso, a la vida de jóvenes brillantes con decepciones amorosas y batallas personales con su propia naturaleza. Jep Gambardella es universal y magistral. Y claro, ha tenido que ganar un merecidísimo Oscar.

Mi tercer y último round es con la música de la película, una banda sonora que no me ilusiona demasiado. Los estilos y ritmos que en ella están presentes no me representan, en absoluto. Por tanto, me quedo descolgado en muchos de los momentos y escenas de La Vie d´Adèle.

Es una película interesante y provocadora sin pretenderlo... o sí.

Yo siempre me quedaré con la magia antes que con la realidad. Volar en el infinito de los sueños.

*** Buena ****

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