El bochornoso espectáculo de la política del 'y tú más'

La sociedad española asiste, entre incrédula y resignada, al triste espectáculo que ofrecen numerosos representantes políticos, empeñados en convertir la actividad pública en un ring de boxeo donde priman el golpe bajo y el descalificativo fácil. Esta dinámica del "y tú más" no solo desvirtúa el propósito fundamental de la política, sino que subraya la abismal separación existente entre los políticos y la ciudadanía, cada vez más alejada del debate estéril y superficial.
Los ciudadanos demandan soluciones concretas y eficaces frente a las dificultades cotidianas, desde la inflación hasta el acceso a la vivienda. Sin embargo, la respuesta política suele limitarse a un cruce constante de acusaciones, una especie de carrera para señalar quién carga con más responsabilidad en el deterioro del bienestar social. A nadie le interesan los homenajes impulsados por Sánchez con motivo del aniversario de la muerte de Franco, ni tampoco la resignificación de la Real Casa de Correos, cuestiones alejadas por completo de las preocupaciones reales de la mayoría.
Esta actitud, indigna e irresponsable, erosiona de manera progresiva la confianza pública en las instituciones. Los políticos parecen haber olvidado que su razón de ser es el servicio público y no el espectáculo mediático, la lucha de poder o la supervivencia electoral. Así, mientras ellos se enfrascan en debates absurdos e interminables, la realidad cotidiana de millones de españoles sigue alejada de los discursos pronunciados desde las tribunas parlamentarias.
La ciudadanía no vive en las burbujas ideológicas en las que parecen instalados ciertos dirigentes, sino en calles, barrios y pueblos donde los problemas requieren soluciones tangibles y urgentes. Resulta insultante escuchar discursos plagados de reproches mutuos, carentes de propuestas realistas y alejados de las inquietudes cotidianas de una sociedad que, con razón, cada día cree menos en sus representantes.
Esta desconexión no es casual, sino fruto de una creciente soberbia política, de una tendencia a observar la realidad desde despachos alejados de la calle. En este contexto, resulta necesario reivindicar un debate político honesto, serio y enfocado a la solución de los problemas reales. La ciudadanía merece representantes a la altura de sus responsabilidades, políticos comprometidos con la dignidad del servicio público, que sustituyan el "y tú más" por un auténtico compromiso con la realidad.