Sánchez comparece

El pulso de la política nacional pasa por el pleno extraordinario de este miércoles 26 en el Congreso de los Diputados.
Y en crónica de vísperas sobre la comparecencia del Presidente del Gobierno en la que Pedro Sánchez explicará lo que se coció en la cumbre del rearme europeo, celebrada el jueves de la semana pasada en Bruselas, a uno le invade la desalentadora impresión de que volverá a perderse la oportunidad de hacer visible el mayoritario consenso europeísta del pueblo soberano porque el diálogo de sordos sigue marcando el tono de las relaciones del Gobierno con el principal partido de la oposición.
El consenso europeísta afecta en este caso al aumento del gasto público en seguridad y defensa, al hilo de las consabidas exigencias de Bruselas y el "libro blanco" de la Comisión. Nada de eso suscita el rechazo de la opinión pública. Y es perfectamente acompasable con la voluntad de las dos fuerzas centrales del espectro político (PP y PSOE, como primera y segunda fuerza del ARCO parlamentario, respectivamente).
Sin embargo, mucho me temo que este nuevo mini debate sobre el estado de la Nación se parecerá mucho a las habituales sesiones de control al Gobierno. O sea, que volveremos a las andadas: insoportable intercambio de pedradas en clave doméstica, entre Sánchez y Feijóo, Feijóo y Sánchez, que desbordará un orden del día ceñido a los contenidos de un Consejo Europeo dedicado a la forja de un escudo militar de carácter disuasorio frene a las tentaciones expansionista de Rusia.
Doble contra sencillo a que Pedro Sánchez, que juega con blancas porque abre la sesión con su discurso sobre la eventual contribución española al tema del rearme europeo tratado en Bruselas, acaba convirtiendo las réplicas en una apología de la buena salud económica del país y la enésima descalificación del PP por su presunto apareamiento con VOX.
Eso quiere decir que acabará quedándose en segundo plano el fondo de la cuestión: que la máxima "Si vis pacem para bellum" ("Si quieres paz prepárate para la guerra") navega con desigual aceptación en las aguas europeas, mientras que en España choca con el dique pacifista de una parte del Gobierno. Exactamente, diecisiete ministros a favor y cinco en contra de aumentar el gasto militar hasta el 2% del PIB antes de 2029, con licencia para encajarlo en otras partidas.
Si a la división interna del Gobierno, que obliga a Sánchez a repartir sus cariños políticos entre Bruselas y Yolanda Díaz, unimos la consigna de aquel a sus ministros, para que eviten proponer iniciativas de paso obligado por el Parlamento, frente a un PP que se planta frente a cualquier medida en materia de seguridad y defensa que no se someta al respaldo de las Cámaras, nos podemos hacer una idea de lo que nos espera en este pleno del miércoles en el Congreso.