Feijóo, acuérdate de Fraga en 1986

 Feijóo, acuérdate de Fraga en 1986

Claro, la memoria es selectiva, y quién se acuerda ya de que hace treinta y nueve años, un 12 de marzo de 1986, se celebraba el referéndum sobre la permanencia o no de España en la OTAN, tras el viraje del Gobierno de Felipe González, primero predicando el 'no' y después, convenientemente 'asesorado' por Reagan desde los Estados Unidos, por el 'sí'.

Y quién se acuerda ya de que el líder de la oposición, Manuel Fraga, creador de Alianza Popular, que era el más atlantista entre los atlantistas, predicó, sin embargo, la abstención en aquel referéndum, que el Gobierno del PSOE ganó por los pelos, pero ganó: para Fraga, más importante era el portazo en las narices del Gobierno que los ideales otanistas. Fue aquel, lo confesarían después incluso sus más acérrimos seguidores, uno de los grandes errores 'de Don Manuel'. Un error que podría volver a cometer el sucesor remoto del 'ciclón de Villalba', o sea, Alberto Núñez Feijoo.

Al Partido Popular de Feijóo no le conviene, creo, que el tema del incremento presupuestario para el rearme pase por el Congreso, que es un paso democrático que tampoco el Gobierno está dispuesto a hacer; sería una batalla de la izquierda-de la izquierda frente al PSOE y el PP tendría que acabar, si no deseaba protagonizar un capítulo 2 del 'error Fraga', votando a favor de los planes gubernamentales de rearme, fuesen cuales fuesen. Lo que ocurre es que, a estas alturas, todavía no sabemos cuáles son esos planes, porque Sánchez se desmarcó este sábado de los proyectos comunitarios de enviar tropas a la frontera ucraniana: hay que esperar, es la posición del Gobierno, frente a lo que dicen franceses, alemanes y británicos, dispuestos a enviar soldados al que aún es frente de guerra. Italia, más cerca de Trump y Putin que de Bruselas, ya se sabe que se ha desmarcado, y la UE parece el ejército de Pancho Villa, nunca mejor o peor dicho: cada cual por su cuenta, es de suponer que para mayor contento del Kremlin y quizá también de la Casa Blanca, vaya usted saber.

Debo confesar que yo mismo no estoy muy seguro de cuál deba ser mi opinión personal en esto del incremento sustancial de dinero para comprar armas. ¿Para qué, a quién, cuánto, cómo, qué partidas del inexistente Presupuesto general del Estado habría que reducir para adquirir tanques Leopard y aviones F-35, o para mejorar nuestra ciberseguridad e incrementar nuestro ejército de drones? Nadie nos ha dicho nada, y esperemos que esta semana, en la que la ministra de Defensa, Margarita Robles, 'reaparece' en el Congreso y nuestros jefes militares van a debatir con sus colegas europeos sobre cómo arbitrar un hipotético despliegue en lo que queda de territorio ucraniano, nos aclaren un poco las ideas.

Será el momento en el que Feijóo tenga que pronunciarse, supongo. Mantener la ambigüedad ya no es posible en un dirigente político que aspira a gobernar, cuando sea, esta nación. Y lo digo también, conste, por Pedro Sánchez, más afecto a intervenir en los mítines regionales de su partido, donde le aclaman, que a ir al Congreso y al Senado, y menos aún a los medios de comunicación, a contarnos lo que tiene que contarnos, si es que a estas alturas ya lo sabe.

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