Diles que se vayan

El bochornoso espectáculo del pasado viernes en el Carnaval de Madrid pasará a la historia como una de las mayores vergüenzas y episodios lamentables que haya podido vivir la capital. Alguno, como Alberto Garzón, diputado de Unidad Popular-Izquierda Unida, todavía tiene el valor de tildar la detención de los dos titiriteros por enaltecimiento del terrorismo como "una caza de brujas" de la "caverna" de la derecha. Ciudadano Alberto, tápate un poco.
Es lógico que cada uno defienda sus ideas, que tenga unos valores y que vaya con ello hasta el final. Pero es inadmisible que los niños que estuvieron presentes en el espantoso espectáculo tuviesen que ver una pancarta de "Gora Alka-ETA" y se escenifiquen numerosas acciones violentas, como el ahorcamiento de un guiñol vestido de juez, el apuñalamiento de un policía y la violación de una monja.
Manuela Carmena ha pedido perdón por un espectáculo "deleznable" pero ha quedado en evidencia en varias ocasiones durante su comparecencia. Se ha podido comprobar, ya no solo por este capítulo, que el Gobierno de Ahora Madrid no está preparado. En este caso nadie había visualizado la obra -para todos los públicos- y la alcaldesa, desde el viernes, no ha visto el contexto en el que se dio el espectáculo. Esto es inadmisible para una ciudad como Madrid.
Carmena no se ha quedado ahí y se ha cubierto de gloria cuando ha calificado a ETA y a los yihadistas como un movimiento político. Hasta aquí hemos llegado, Manuela.
Pablo Iglesias, como no podía ser de otra manera, ya se ha encargado de manifestar que las detenciones de los titiriteros le parecen un "despropósito" cuando "hay 24 dirigentes del PP que han robado a manos llenas a los ciudadanos". Siempre el mismo y cansino ataque. Hay que recordarle al líder de Podemos y a Juan Carlos Monedero que ellos mismos decían no hace mucho tiempo que cuando había errores políticos había que asumir responsabilidades y dimitir. La memoria es muy corta cuando uno quiere.
No vale con pedir perdón, hay que asumir responsabilidades. Y la obligación de Carmena es destituir de manera inmediata a la edil de Cultura. Celia Mayer, después de este episodio y la reciente polémica de los monumentos de la Memoria Histórica, no puede estar ni un minuto más sentada en su despacho de Cibeles.
No hay autocrítica, no hay dimisiones y no hay ceses en el Ayuntamiento. Algo de razón tendrán PP, PSOE y C's cuando han pedido el cese de Celia Mayer. ¿Qué más tiene que hacer Carmena, Zapata, Maestre, Mayer o Murgui para irse? ¿Necesitan que los madrileños les canten el famoso 'Diles que se vayan' como ocurre en el fútbol cuando los aficionados están descontentos y hartos de los dueños del club? Cantemos entonces.