Gustavo Gimeno: “Formar parte de la historia de una orquesta es algo importante”

Gustavo Gimeno: “Formar parte de la historia de una orquesta es algo importante”

@estaciondecult
A las puertas de un nuevo capítulo en su carrera, el director de orquesta Gustavo Gimeno (Valencia, 1976) llega a Madrid dispuesto a trazar un recorrido sonoro que desafía, emociona y explora los matices más profundos de cada obra. Acompañado de la Orquesta de Luxemburgo, a la que ha liderado durante la última década, Gimeno dirigirá dos programas dentro del ciclo de Ibermúsica, el 6 y el 7 de noviembre, que abarcan desde la intensidad de Prokófiev hasta la delicadeza evocadora de Ravel y la grandiosidad de Respighi, con la colaboración de solistas excepcionales como Denis Kozhukhin e Iveta Apkalna.

La presencia de Gimeno en Madrid llega en un momento simbólico, a punto de cerrar un capítulo en Luxemburgo y con la titularidad del Teatro Real ya en el horizonte, iniciando la próxima temporada del coliseo madrileño. En esta entrevista con Madrid Actual, Gimeno comparte sus reflexiones sobre su camino transcurrido hasta ahora, el arte de la dirección, el compromiso con el repertorio y el gran equipo que han formado con la orquesta durante los últimos diez años. 

PREGUNTA:- Llegó a Ámsterdam desde Valencia cuando tenía 18 años y desde entonces ha desarrollado una carrera fantástica. ¿Cree que su desarrollo musical hubiera ido por otro camino de haberse quedado en España? 

RESPUESTA:- Cada camino que tomamos nos lleva por un lugar concreto. Te encuentras con una determinada gente y poco a poco construye tu propio recorrido. En aquellos tiempos era un poco más lógico dentro de nuestro mundo, el de la música, irse fuera. Se veía como un paso normal salir de nuestro país, ampliar conocimientos y aportar otras vivencias a nivel personal y musical. Comencé a estudiar música bastante pronto, de niño. En ese sentido, si uno más o menos había seguido los planes oficialmente estipulados cuando llegaba a los 17, estaba prácticamente terminando sus estudios en España. Además, entonces, nos encontrábamos en otra fase histórica, teníamos mucha hambre de ver qué había fuera. Ahora es más fácil. Hay redes sociales, estamos en una sociedad más globalizada, se viaja más, hay profesores extranjeros en cada conservatorio. En fin, son otros tiempos. También es verdad que objetivamente, en la época de mis comienzos en Ámsterdam, no habían pasado muchísimos años todavía desde la larga dictadura que hubo en España. Siempre pienso que esto inevitablemente tiene una repercusión y un impacto.

P:- ¿Por qué Ámsterdam?

R:- La razón se encuentra en diversos acontecimientos que confluyen. Ya había conocido a varios de los profesores que daban clases en el Conservatorio de Ámsterdam. Por otro lado, ya había un pequeño historial de españoles viajando a Ámsterdam, por lo cual me parecía que, si lo habían hecho otros, no era un paso demasiado aventurado, o demasiado difícil o arriesgado [ríe]. Y, la otra cosa es que, en su momento, en mi mente, tenía la imagen de Holanda como una sociedad abierta donde podías manejarte bien con el inglés, donde había una escena de música antigua y contemporánea, un buen conservatorio, una gran orquesta como la del Conservatorio de Ámsterdam. Atendía a muchas facetas diferentes de nuestra profesión. Me parecía una ciudad muy atractiva, tenía ese espíritu de apertura. En efecto, quién sabe cómo hubiera sido en otros sitios, pero ahora es parte de mi vida, llevo muchos años aquí. 

P:-Trabajó como asistente de Mariss Jansons y Claudio Abbado, dos grandes maestros. ¿Qué es lo más importante que aprendió de ellos?

R:- De personas como ellos se puede aprender cada día, pero algo que me impactó mucho en ambos es su actitud, tanto personal, como en la profesión de cara a la música. Eran grandes estudiosos, no daban nada nunca por sentado. Siempre afrontaban nuevos retos con los ojos curiosos de un joven músico. Me gustaría llevar ese legado conmigo, esa actitud de ser siempre curiosos, estudiosos y humildes. El otro día estaba con un amigo con quien trabajo de vez en cuando, Renaud Capuçon, el violinista, y comentábamos: “¿te das cuenta la suerte que tenemos? Has conocido, me decía, a Bernard Haitink, Mariss Jansons, Claudio Abbado, Daniel Barenboim”. De aquí a muy pocos años habrá nuevas generaciones que les suenan estos nombres solamente por algún vídeo o discos. 

P:- Es titular de la Orquesta Filarmónica de Luxemburgo desde hace una década ¿Qué destacaría como señas de identidad de esta orquesta? ¿Qué la diferencia de todas las demás? 

R:- La posición geográfica de la Orquesta de Luxemburgo ya es algo distintivo. Está al lado de Bélgica, Francia, Alemania. Es un país muy pequeño y hay influencias de muchos sitios. De hecho, hay un gran sector francés en la orquesta, especialmente entre los de viento- madera. También hay muchos belgas en la sección de cuerdas, especialmente entre los violines. Del mismo modo, hay mucha gente que ha estudiado en Alemania. Entonces, las culturas musicales de otros países se filtran y se crea un resultado con diferentes influencias, en algunos casos incluso muy contrastantes. Por ejemplo, los fagots tocan con el sistema francés, que es bastante particular. Hay músicos que tienen una afinidad especial por el repertorio francés o de la escuela Franco-belga. En cambio, por ejemplo, en los metales hay varios instrumentistas que vienen de una influencia germánica. En fin, es versátil, son muy abiertos de mente. Obviamente, cada director titular aporta algo distinto. Cuando comencé en la orquesta había una clara influencia francesa, es decir, del repertorio francés. Creo que en los últimos diez años hemos ampliado fronteras y pienso que lo que nos distingue de otras, o lo que yo he disfrutado durante estos años, es que esas diferentes influencias les hacen a ellos conocedores de lo que hay fuera, muy flexibles y receptivos. Para un director esto es algo muy valioso. 

P:- En esta gira tocaréis Prokófiev, Gershwin, Ravel, Respighi, Poulenc… Es una orquesta muy versátil, que ha evolucionado mucho durante los años, con repertorios muy diversos. ¿Cómo es el trabajo con los músicos de la Orquesta Filarmónica de Luxemburgo? ¿Cómo elige el repertorio?

R:- En este caso concreto uno piensa lo que cree que tiene sentido en la temporada. Por ejemplo, “La tercera sinfonía” de Prokófiev no la habíamos tocado hasta este año. “Feste Romane” de Respighi tampoco. El concierto de Gershwin tampoco. Siempre intento buscar nuevos retos para mí y para la orquesta. En este caso también cuando uno va de gira intenta llevar dos programas diferentes pero que cuenten con la aprobación de todas aquellas salas en las cuales se presentan. Decidimos en base a lo que tiene sentido y nos apetece hacer a nosotros, en nuestra temporada y en relación con las diferentes salas que vamos a visitar.

P:- Tanto el “Concierto para órgano” de Poulenc como la organista letona Iveta Apkalna debutan en el ciclo de Ibermúsica. ¿Qué destacaría de esta composición? 

R:- Para empezar, la instrumentación. Escuchar un concierto para órgano a día de hoy es una novedad y casi una rareza en la programación de una temporada. Es lo que también lo hace atractivo: por el fantástico instrumento, por una de las organistas más prominentes del momento y una obra clave para cuerdas, timbales y órgano. En sí misma también es una combinación de instrumentos particular y una música accesible. Aun a pesar de contar con menos instrumentos, que la sinfonía de Respighi, por ejemplo, es una obra de fácil audición y aporta algo, no solo a nuestro programa, sino a la temporada de una sala de conciertos. 

gustavo gimeno 09

P:- A finales de esta temporada, dejará Luxemburgo para convertirse en director musical del Teatro Real, pero también seguirá siendo director musical de la Orquesta Sinfónica de Toronto. ¿Qué le han aportado todos estos años como director en Luxemburgo y qué nuevos retos espera en Madrid?

R:- Luxemburgo ha sido un sueño porque me ha permitido hacer obras muy diferentes. Me ha dado la oportunidad de crecer junto con una orquesta. Pienso que, tanto la orquesta como yo, somos mejores ahora que hace 10 años. He conocido a muchísima gente, solistas, músicos, personas fantásticas, con las que no solo sigo colaborando, sino que incluso son amigos. Siempre será la orquesta de la cual he sido titular por primera vez. Siempre digo que miro hacia adelante, pero en este caso, inevitablemente, cuando se llega a un final, uno también echa un vistazo hacia atrás. Puedo decir que me siento orgulloso de ver cuántas nuevas incorporaciones ha habido en la orquesta en los últimos años. Musicalmente están en muy buen sitio. Hemos tocado y grabado tantísimo repertorio juntos, alrededor de 12 o 13 grabaciones, muchísimas giras y más de 200 conciertos. Hemos estado en Corea del Sur, Argentina, Brasil, en salas de Europa que hemos visitado mucho, varias giras en España, hemos tocado también en la Quincena Musical de San Sebastián en diferentes ocasiones. Es bonito poder mirar para atrás y ver que hemos hecho un buen trabajo juntos. Formar parte de la historia de una orquesta es algo importante. Haber contribuido a su desarrollo me hace feliz y es básicamente lo que pienso del futuro en cuanto a Madrid y el Teatro Real. Es una oportunidad fantástica donde también podremos crecer de la mano. Para mí es la institución musical más importante de España. Hay muchos proyectos que me hacen ilusión. Dirigir óperas era lo que yo quería hacer con más regularidad. Soy muy feliz de poder ser parte del equipo del Teatro Real y disfrutar también de ese viaje. 

P:- En enero dirige la Ópera “Evgeni Onegin” justamente en el Teatro Real. 

R:- Sí. Estoy en un momento de transición. Con la Orquesta de Luxemburgo hay una última gira en España, una última visita a Viena de aquí a unos meses. En Madrid, con los conciertos que he hecho con la Orquesta Sinfónica recientemente, con un concierto que hicimos en el Real con Nina Stemme hace unos meses, con este “Onegin” que tenemos en enero-febrero, más un concierto con la Orquesta Sinfónica a principios de febrero, de alguna manera se están “acrescentando” las actividades conjuntas, mientras que se acercan las últimas con mi orquesta. Es decir, esta temporada es claramente de transición y en esa transición me hace muchísima ilusión dirigir una ópera como “Onegin”. Volver al Teatro Real, trabajar con el reparto, con el coro, con el maestro del coro, con la Orquesta Sinfónica y con todo el equipo. Todo lo que lleva trabajar en un teatro de ópera de ese nivel: construir un equipo. 

P:- De alguna manera, los conciertos en Ibermúsica significan una despedida….

R:- De alguna manera sí. A partir de ahora creo que prácticamente cada cita tiene algo de despedida. Hace unas semanas abrimos la temporada 24/25, mi décima y última. Por lo tanto, se puede decir que es mi última apertura y ahora mi última gira en España.

P:-¿Si pudiera mirar hacia atrás, volvería a dar los mismos pasos?

R:- Lo más fácil es decir que sí porque es lo mejor que podemos hacer en la vida: pensar que esta fue la mejor de las posibilidades. Las cosas se dieron como se dieron y lógicamente en la vida siempre hay mejores y peores momentos. De los mejores se disfruta, de los peores se aprende. Nunca miro hacia atrás en general y le veo poco sentido mirar hacia el pasado y pensar “podría haber hecho esto en lugar de aquello”. Es lo que es y es lo que me toca a mí y soy un afortunado.

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