Peggy Guggenheim, una vida dedicada al arte

Peggy Guggenheim, una vida dedicada al arte

El apellido Guggenheim no es común en el País Vasco, pero es el nombre del emblemático museo de arte contemporáneo de Bilbao, inaugurado en 1997. Nació como hermano menor del Guggenheim de Nueva York, que había abierto sus puertas casi cuarenta años antes, en 1959.

Ambos provienen del mismo padre, el filántropo estadounidense Solomon R. Guggenheim, quien dedicó su fortuna a promover el arte. A esa misma familia pertenece la icónica Peggy Guggenheim (Nueva York, 1898- Padua, 1979). Aunque ella no estuvo directamente involucrada en la fundación de su tío Solomon, aportó grandes piezas artísticas a la colección de ambos museos. El trabajo de Peggy Guggenheim la convirtió en una de las mecenas más relevantes del arte contemporáneo del Siglo XX.

Nacida en 1898 en Nueva York, en una familia adinerada de origen judío, Peggy Guggenheim heredó una gran fortuna que puso al servicio de su interés por el arte. A lo largo de su vida, vivió y conoció el arte de Reino Unido, Francia e Italia, y durante la Segunda Guerra Mundial ayudó a varios artistas europeos a encontrar refugio en Estados Unidos. Mantenía una fuerte convicción de que era su deber proteger el arte de su época, y no contenta con solo financiar a los artistas, también llegó a ofrecer hospedaje en su propia casa a algunos de ellos.

Entre los artistas que apoyó se encuentran figuras influyentes como Jackson Pollock, Yves Tanguy, Alexander Calder y Giorgio de Chirico entre otros. Su relación con cada uno de ellos varió: desde ser guiada por Marcel Duchamp en sus primeras decisiones como coleccionista, hasta contraer matrimonio con Max Ernst, destacado representante del dadaísmo. Guggenheim no solo se sentía responsable del arte, sino también de los artistas; y su mirada crítica hacia el mercado del arte y su preferencia por mujeres como Frida Kahlo y Leonora Carrington son aspectos que revelan su carácter y su visión sobre el mundo artístico.

Las memorias de Peggy Guggenheim tuvieron un complejo proceso redaccional y de edición que comienza a mediados de siglo XX en Estados Unidos hasta llegar, a finales de siglo a España. La publicación en su país de nacimiento surgió del creciente interés por su vida y su influencia en el arte moderno, mientras que en España la edición coincidió con una mayor disposición por el arte contemporáneo y el coleccionismo.

Desde su publicación, las memorias han sido reeditadas en varias ocasiones en ambos países. En España, “Peggy Guggenheim. Confesiones de una adicta al arte” (2024) se ha vuelto a reeditar gracias a la editorial Lumen. La obra es una mezcla de autobiografía y ensayo, escrita en primera persona con un tono a menudo sarcástico. Aunque Peggy intenta separar su vida privada de su labor como mecenas, su personalidad y su trayectoria personal se vinculan con su labor de guardiana del arte moderno. Claramente no lo consigue porque su historia pública no tendría nada de sentido sin su relato personal. 

Este libro es adecuado para aquellos que desean conocer el mundo del arte contemporáneo a través de los ojos de una figura fascinante y compleja. Sin embargo, los lectores menos familiarizados con esta materia podrían sentirse algo desorientados entre todos los nombres de artistas con los que se relaciona Peggy. A pesar de ello, merece la pena leer las andanzas de Guggenheim por los momentos de sinceridad y humor que nos proporciona.

El valor de estas memorias no está en ser solo un testimonio del mundo del arte contemporáneo en esos años, sino que también recogen el impacto que tuvo Peggy Guggenheim y justifican una vida de pasión por el arte moderno, todo desde la mirada íntima de una de las figuras más influyentes del siglo XX.

@estaciondecult

 

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