Sánchez: confiar en él o no, he ahí la cuestión

 Sánchez: confiar en él o no, he ahí la cuestión

Cuando, el próximo martes, el Pleno del Congreso debata la proposición no de ley de Junts pidiendo a Pedro Sánchez que se someta a la cuestión de confianza ante la Cámara, asistiremos a un nuevo rifirrafe parlamentario seguramente sin consecuencias.

Lo mismo que el miércoles, con la sesión de control al Gobierno, en la que a Sánchez le preguntarán cosas como qué transformaciones sociales, económicas y políticas, o qué objetivos geopolíticos, se traza ante la nueva situación internacional.

El 'oleaje trumpista' ha llegado, por fin, a las preocupaciones del Parlamento español y me parece que el poder Legislativo no puede seguir actuando como si aquí todo lo que ocurre fuesen Monedero, el hermano de Sánchez, Koldo o, incluso, la pervivencia del fiscal general. Estamos, no hay más que leer los periódicos de todo el planeta, ante una alarma mundial ante la que hay que reaccionar. ¿Lo están haciendo el Gobierno de España, la oposición, las oposiciones?

Ha llegado el momento de preguntarse, porque me parece que Europa también se lo pregunta, si, más allá de lo que digan las encuestas, seguimos confiando en Pedro Sánchez. ¿Confían los ciudadanos en él, en que será capaz de gestionar cuando el mundo ha dado un giro de casi ciento ochenta grados en tantas cosas gracias, sobre todo, a la irrupción de Donald Trump?

Yo solo sé que sería muy conveniente un debate en torno a una cuestión de confianza, ya que no hay debate sobre el estado de la nación, que vaya mucho más allá de las insufribles, efímeras, sesiones de control parlamentario al Gobierno. Hay que devolverle al Parlamento su condición de arquitrabe de una democracia. Si Pedro Sánchez suscita desconfianzas no es tanto porque se salta a la torera algunas regulaciones y convenciones, que se las salta, cuanto porque se mantiene en una línea de escasa fiabilidad y nulas explicaciones: ¿hasta dónde va a llevar su política personal de oposición al 'trumpismo', que le ha inducido a ser de los primeros dirigentes europeos en apuntarse a la 'cumbre' convocada por Zelensky en Kiev la semana próxima? Yo quiero saberlo, usted seguramente también.

El Presidente del Gobierno español se caracteriza por haber dicho muchas cosas que luego no ha cumplido, pero no es famoso, desde luego, porque no arriesgue en sus jugadas. Creo que esta semana que comienza tiene la oportunidad de definir posturas sobre su voluntad de consenso con la oposición, sobre los gastos en Defensa, sobre qué alentará a hacer en la vieja Europa, hoy sumida en el desconcierto.

Hemos llegado a palabras mayores. Cuando se conozcan los resultados de las elecciones de este domingo en Alemania sabremos si una nueva 'gran coalición' de los democristianos con los socialdemócratas es posible. Incluso sabremos si esa 'gran coalición' habría de extenderse a toda la UE, necesitada de defenderse de la alianza entre Trump y Putin, pero también de los 'populismos europeos' , que se acercan a los líderes norteamericano y/o ruso ,y que impiden cualquier unidad de acción de una UE independiente.

Pocas veces como ahora se ha hecho necesario un debate parlamentario amplio, ambicioso, constructivo, no solo en el Europarlamento, sino también aquí, en las Cortes. Pero es en esto, más que en Sánchez, en lo que no cree la ciudadanía, escarmentada por el constante bajo vuelo de la política. Para Sánchez, parece, la cuestión de confianza es una amenaza. Y no una oportunidad de explicarnos a los españoles por qué hemos de seguir otorgándole nuestra confianza en lugar de aspirar a unas elecciones. Por eso, La Moncloa sigue enviando emisarios a Waterloo (bueno, a Suiza), comenzando por el propio expresidente Zapatero, para que convenzan a Puigdemont de que apoye el rechazo de los socialistas a someterse a esta cuestión. ¿Para cuándo las explicaciones?

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