El Gobierno de Sánchez lanza un concurso internacional para la resignificación del Valle de los Caídos con 30 millones

El Gobierno de Sánchez lanza un concurso internacional para la resignificación del Valle de los Caídos con 30 millones

El Ministerio de Vivienda y Agenda Urbana ha convocado un concurso internacional de ideas para la resignificación del Valle de los Caídos, ahora renonbrado Valle de Cuelgamuros, con una inversión de 30 millones de euros. La propuesta, promovida por el Gobierno de Pedro Sánchez, pretende redefinir este enclave emblemático de la historia reciente de España para convertirlo en un “espacio de encuentro, reflexión y diálogo”, obviando el carácter religioso y de reconciliación original del monumento.

Del presupuesto anunciado, cuatro millones se destinarán a la organización del propio concurso y redacción del proyecto, y los 26 millones restantes a las obras de construcción, museografía y adecuación del nuevo centro de interpretación. El anuncio ha generado ya críticas por el elevado coste del proyecto en un momento de crecientes necesidades sociales, así como por su evidente carga ideológica.

El Ministerio asegura que el concurso aspira a atraer propuestas internacionales que aborden el conjunto monumental desde una “mirada artística, arquitectónica y paisajística”, comparándolo con iniciativas como el Memorial del Holocausto de Berlín. Bajo esta premisa, se pretende resignificar el Valle desde un enfoque "plural e inclusivo", aunque el carácter claramente ideologizado del proyecto ha levantado recelos entre quienes consideran que el Ejecutivo está instrumentalizando el pasado con fines políticos.

El propio Ministerio reconoce que se busca alterar la percepción pública del enclave, al que califica como “congelado en el tiempo”, sin ocultar su intención de reinterpretarlo a través de una nueva narrativa impuesta desde el poder central, en detrimento de su significación histórica y religiosa original.

Un proceso en cuatro fases que afectará incluso a la Basílica

El plan de resignificación contempla la transformación del conjunto monumental, la construcción de un centro de interpretación en la explanada de entrada a la Basílica, la ordenación paisajística del entorno y una musealización que podría incluir el interior del templo. Aunque el Ministerio afirma que se respetarán los espacios de culto, no descarta que la narrativa expositiva se instale en zonas sagradas.

Las exposiciones se centrarán en tres ejes: el contexto ideológico del monumento, el uso de mano de obra penada en su construcción y la descripción del paisaje natural. No se contempla, sin embargo, la memoria de las miles de familias que consideran el Valle un lugar de reconciliación y oración, lo que ya ha suscitado el rechazo de asociaciones cívicas, organizaciones religiosas y numerosos ciudadanos.

El concurso se desarrollará en dos fases. La primera finaliza el 16 de junio, y seleccionará diez propuestas que recibirán un premio de 60.500 euros cada una. Posteriormente, en septiembre de 2025, se conocerá el ganador final. El equipo premiado se encargará del diseño y ejecución del nuevo conjunto interpretativo. El proceso culminará con la licitación de las obras, prevista para finales de 2026.

El jurado contará con un miembro de la Iglesia —el delegado de Liturgia del Arzobispado de Madrid—, una participación simbólica que no elimina las dudas sobre el grado de respeto al culto que tendrá la intervención final.

Para poder intervenir en el templo, el Gobierno ha cerrado un acuerdo con la Iglesia, que ha permitido desbloquear el proyecto a cambio de mantener la comunidad benedictina y no desacralizar la Basílica. Desde el Ministerio de Presidencia aseguran que era “la única alternativa posible”, aunque sectores eclesiales han lamentado la presión institucional a la que se ha visto sometida la jerarquía.

Respecto a la gran cruz que corona el monumento, el Gobierno ha afirmado que no contempla su demolición, reconociendo que sin ella sería imposible comprender el contexto del Valle. Sin embargo, al referirse a ella como símbolo del “nacionalcatolicismo”, deja entrever una interpretación sesgada que podría derivar en nuevas controversias sobre su presencia futura.

La resignificación, presentada ahora como una iniciativa abierta, continúa el proceso iniciado con la exhumación de los restos de Francisco Franco, la retirada de José Antonio Primo de Rivera, el cambio de denominación del enclave y la apertura de exhumaciones parciales. Todo ello conforma una hoja de ruta que, lejos de promover una reconciliación real, ha sido percibida por muchos como una campaña de desmantelamiento progresivo del legado simbólico del Valle de los Caídos.

En un momento de grave crisis institucional y fragmentación social, la decisión del Ejecutivo de reabrir la polémica sobre el significado del Valle, con una fuerte inversión pública, no solo profundiza las divisiones del pasado, sino que ignora el deseo de miles de españoles de preservar un lugar concebido como testimonio de reconciliación y oración, al margen de lecturas partidistas.

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