Un avión secreto aterriza en California tras más de 14 meses en el espacio

La Fuerza Espacial de los Estados Unidos ha completado con éxito la séptima misión del avión espacial no tripulado X-37B, que regresó a la Tierra el pasado 7 de marzo tras permanecer en órbita durante más de 434 días. El aterrizaje se realizó en la Base de la Fuerza Espacial Vandenberg, en California, a las 07.22 UTC, según ha confirmado la propia US Space Force en un comunicado oficial.

Aunque su duración está lejos del récord de 908 días establecido entre 2020 y 2022, esta nueva misión marca un hito en la historia operativa de este vehículo de diseño similar al antiguo transbordador espacial, pero mucho más compacto, con apenas 8,38 metros de longitud. Fabricado por Boeing y en activo desde 2010, el X-37B mantiene la mayor parte de sus operaciones en el más estricto secreto, incluyendo la naturaleza de su carga y la finalidad concreta de sus vuelos.

En esta ocasión, la Misión 7 fue la primera en ser lanzada mediante un cohete pesado Falcon de SpaceX hacia una órbita altamente elíptica, lo que amplió significativamente su capacidad de maniobra. Durante su permanencia en el espacio, el avión espacial llevó a cabo una serie de ensayos tecnológicos relacionados con la conciencia del dominio espacial, ámbito considerado estratégico por Estados Unidos ante el creciente número de actores en la órbita terrestre y la amenaza de operaciones hostiles en este entorno.

Uno de los logros más destacados de esta misión fue la ejecución de una maniobra de frenado aerodinámico. Esta técnica, que aprovecha La Resistencia de la atmósfera durante múltiples pasadas para reducir la velocidad y cambiar de órbita sin un consumo excesivo de combustible, permite una mayor eficiencia operativa y demuestra la capacidad de respuesta ágil del sistema.

Según ha indicado la US Space Force, este procedimiento, unido al resto de pruebas realizadas, confirma el potencial del X-37B como plataforma flexible para misiones de largo alcance, con aplicaciones que van desde la experimentación tecnológica hasta la recopilación de inteligencia en condiciones cada vez más complejas.

El teniente coronel Blaine Stewart, director del Programa X-37B, ha subrayado el valor estratégico de esta misión: “La operación de la Misión 7 en un nuevo régimen orbital, su novedosa maniobra de aerofrenado y sus pruebas de experimentos de conciencia del dominio espacial han escrito un nuevo y emocionante capítulo en el programa X-37B”.

Estas declaraciones confirman el interés de Estados Unidos por mantener una posición de vanguardia tecnológica en el espacio, escenario geopolítico cada vez más relevante en las pugnas por la supremacía global.