Los adolescentes con sobrepeso toman más calorías de noche
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Un nuevo estudio desarrollado por investigadores de la Escuela de Medicina Warren Alpert de la Universidad de Brown y el Hospital General Brigham de Massachusetts (Estados Unidos) ha revelado una clara relación entre los ritmos circadianos, el peso y los hábitos alimentarios en adolescentes, concluyendo que quienes presentan sobrepeso u obesidad consumen más calorías a última hora del día que aquellos con un peso saludable.
La investigación, cuyos resultados se han publicado en las 'Actas de la Academia Nacional de Ciencias' (PNAS), es pionera en demostrar que la ingesta calórica está directamente regulada por el reloj biológico interno, al margen de los ciclos ambientales y conductuales, como el sueño, la luz solar o las actividades diarias.
Los científicos, dirigidos por Mary Carskadon, profesora de psiquiatría y comportamiento humano en la Universidad de Brown, sostienen que el sistema circadiano influye de forma decisiva en los patrones de alimentación, un hallazgo que podría orientar futuras intervenciones para prevenir y combatir la obesidad infantil y juvenil. Frank Scheer, director del Programa de Cronobiología Médica del Hospital Brigham and Women's, ha afirmado que se sabía que el reloj biológico afectaba al hambre y al metabolismo, pero no estaba claro que influyese directamente en la cantidad de alimentos ingeridos.
El estudio contó con la participación de 51 adolescentes de entre 12 y 18 años, divididos en tres grupos según su índice de masa corporal (peso saludable, sobrepeso y obesidad). Los jóvenes permanecieron durante 11 días y 10 noches en un entorno controlado en el Laboratorio de Investigación del Sueño del Hospital Bradley, en el que se eliminaron por completo las referencias temporales externas, como relojes o luz natural, con el fin de aislar la influencia del sistema circadiano. Fueron sometidos a un ciclo de sueño-vigilia de 28 horas y se les ofrecieron seis comidas diarias, con libertad para consumir la cantidad de alimentos que deseasen.
Los resultados evidenciaron que la ingesta calórica alcanzó su punto máximo por la tarde y noche en todos los grupos, pero los adolescentes con sobrepeso y obesidad consumieron significativamente más calorías durante este periodo vespertino que los de peso saludable. Los investigadores descartaron diferencias significativas en el tiempo total de sueño entre los grupos, lo que apunta directamente al ritmo circadiano como factor determinante en el aumento de la ingesta nocturna.
Carskadon subrayó que los cambios hormonales y biológicos propios de la adolescencia aumentan la vulnerabilidad ante patrones irregulares de sueño y alimentación, motivo por el cual conocer el papel del reloj biológico en estos comportamientos resulta esencial para promover hábitos saludables desde edades tempranas. Según la investigadora, estos hallazgos abren la puerta a posibles intervenciones basadas en la cronobiología, como favorecer la exposición a la luz brillante por la mañana y reducir la iluminación artificial por la noche, o estimular la práctica deportiva en las primeras horas del día para restablecer un ritmo circadiano más favorable.
El sistema circadiano está compuesto por billones de relojes biológicos presentes en órganos, tejidos y células, que regulan procesos esenciales como el sueño, la temperatura corporal y el metabolismo, adaptando la fisiología humana al ciclo natural de luz y oscuridad. Factores genéticos, conductuales y ambientales explican las variaciones individuales en la respuesta circadiana, lo que podría justificar por qué algunos adolescentes son más propensos a ganar peso que otros, pese a compartir condiciones similares.
Estos resultados responden a una preocupación creciente en Occidente por el aumento de la obesidad infantil y juvenil, especialmente en sociedades marcadas por la sobreexposición a pantallas, horarios de sueño irregulares y dietas desequilibradas. En España, uno de cada tres niños presenta exceso de peso, según el último informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), situación que se agrava en la adolescencia, al incrementarse el sedentarismo y las cenas copiosas a altas horas.
Estudios previos ya habían apuntado la relación entre la falta de sueño, el desorden en los horarios de las comidas y el aumento de peso, pero este trabajo confirma que el sistema circadiano ejerce una influencia directa sobre el momento del día en que se tiende a ingerir más alimentos, lo que podría ayudar a explicar por qué el sobrepeso es más frecuente en adolescentes con hábitos nocturnos.
No obstante, los investigadores advierten que se precisan nuevos estudios para dilucidar si los cambios de peso influyen también sobre el ritmo circadiano o si existe un proceso bidireccional, pero insisten en que estos primeros hallazgos ofrecen una valiosa herramienta a los médicos y educadores para asesorar a las familias sobre medidas preventivas que podrían evitar el desarrollo de la obesidad.
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