El retrato ecuestre de Isabel de Borbón regresa al Prado tras su restauración

El retrato ecuestre de Isabel de Borbón regresa al Prado tras su restauración

El Museo Nacional del Prado ha reincorporado a su sala 12 el Retrato ecuestre de Isabel de Borbón, de Diego Velázquez, tras un minucioso proceso de restauración que ha sacado a la luz las cicatrices y modificaciones sufridas por la obra a lo largo de los siglos.

Entre las principales alteraciones, destacan los injertos de tela, añadidos de bandas laterales y restos de una intervención singular realizada en el siglo XVII para adaptarlo a su ubicación original en el Palacio del Buen Retiro.

Un cuadro con una historia compleja

La pintura, que forma parte de un conjunto de retratos ecuestres realizados por Velázquez para la monarquía española, fue creada en 1634 y, poco después, ampliada con dos bandas laterales de 30 centímetros cada una. Estos añadidos, realizados por el propio Velázquez y su taller, permitieron adecuar la obra al espacio que ocuparía en el Buen Retiro, pero con el tiempo generaron problemas de conservación debido a la diferencia de materiales y pigmentos empleados.

María Álvarez-Garcillán, restauradora del Museo del Prado, ha explicado que en el siglo XVII se llevó a cabo una intervención inusual para permitir la apertura de una puerta en la estancia donde se ubicaba la pintura. Para ello, se recortó una parte del lienzo en su zona inferior, que posteriormente se cosió a la puerta. Así, cuando esta se cerraba, el cuadro parecía estar completo, pero al abrirse, la tela se separaba. Esta modificación dejó marcas en la pintura, como agujeros de clavos y restos de hilo de cuerda, que han sido preservados en la reciente restauración.

Un encargo en la etapa más intensa de Velázquez

El Retrato ecuestre de Isabel de Borbón se realizó en un momento de gran actividad para Velázquez, quien en 1634 recibió el encargo de cinco retratos ecuestres para la Casa Real. Debido a la magnitud del trabajo, el pintor delegó la ejecución de algunas obras en su taller, especialmente en Juan Bautista Martínez del Mazo. No obstante, según el jefe de Colección de Pintura Española del Barroco del Prado, Javier Portús, la supervisión del maestro fue exhaustiva, como demuestran las correcciones visibles en varias zonas del cuadro, especialmente en el caballo y la vegetación.

La restauración, llevada a cabo entre 2010 y 2011 con estudios técnicos previos, ha permitido recuperar la estabilidad del lienzo sin ocultar sus cicatrices históricas. Ahora, el cuadro vuelve a exhibirse con todos los elementos que reflejan su complejo proceso de creación y conservación, ofreciendo a los visitantes del Prado una visión más fiel de su historia.

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