La memoria del COVID que Sánchez quiere enterrar

Sánchez, el desenterrador de momias franquistas de siglo pasado, quiere enterrarnos la memoria doliente del Covid, al igual que quiere hacer con la sangrienta de ETA.
A los asesinos etarras nos los quiere hacer pasar por beatíficos príncipes de la la paz, y a la inacción, mentira, ocultación del dolor y la mortandad con trinque y corrupción añadidos durante la pandemia venderla como ejemplar y heroica actuación gubernamental y, por supuesto, personal. Y si lo vivido aquellos primeros días del Covid fue terrible y hasta repulsivo, lo que ahora nos pretender colocar como relato veraz es una infamia aún mayor. Es una burla a nuestros muertos y un insulto a nuestro dolor.
Sánchez, su gobierno y sus papagayos mediáticos nos ocultaron lo que teníamos encima, ridiculizaron el riesgo, "la gripecilla", "está controlado" "no es necesario el uso de mascarillas (Milá, Illa, Simón); pregonaron la temeridad, "no hay que tener miedo, aquí no llegará"; alentaron los contagios, "todos a la manifestación del 8-M, nos va la vida en ello. El machismo Mata mas que el coronavirus" (Calvo y Montero); mantuvieron la mas absoluta inacción; no movieron un dedo para proteger a la población y a los sanitarios a quienes dejaron indefensos ante los contagios. El colofón fue, cuando de ahí se pasó a encarcelarnos en nuestras casas y convertir en delito en asomarnos a la puerta, su dedicación obsesiva en esconder a los muertos. Hoy es el día en que aún ni sabemos cuántos fueron en realidad, pues la instrucción era que no se apuntara como COVID a quienes no tenían hecho el test, cuando lo que no había, Illa no los había pedido aún, test que se pudieran hacer.
Aquello lo vivimos y lo sufrimos todos. A quienes osamos levantar la voz ante la evidencia de lo ya era una letal realidad nos llamaron catastrófistas y nos señalaron como enemigos de la sociedad. Perdónenme el apunte personal: aquella fue la razón por la que decidí abandonar, asqueado, las tertulias de televisión.
Los esperpentos se iban superando unos a otros, al tiempo que se prohibía el sacar imágenes de lagrimas y ataúdes, ¿recuerdan ustedes la escandalera y los feroces ataques al Diario El Mundo publicó una foto de ellos o se pilló a Rajoy y se le acusó sin casi de criminal, dando un paseo a solas alrededor de su casa?. Se preconizaban fiestas en los balcones y en el colmo de la falta total de empatía con el sufrimiento, un entonces alcalde de Guadalajara, ahora ex y colocado como diputado, ordenó amenizar las calles de la ciudad con una disco-movil que con alegres canciones recorría los barrios, donde en cada portal moraba una familia que no podía ni velar al ser querido que acababa de morir. Mas a mas. El Presidente del Gobierno, tras haberla negado riesgo y evidencias, se agarro grandes enfados cuando las propias firmas cancelaron ya el Mobile Word en Barcelona diciendo que no había razón y en ellos perseveró, se enfundo luego el traje de héroe contra el mal, para pasar después al sermón triunfal y a nada se nos proclamó vencedor de la peste, que sin embargo nos seguiría acogotando más de un año aun. Sus baladronadas, "Salimos más fuertes", a lo mejor aún le suenan a algunos.
Y ahora, cinco años después, por dónde nos han salido. Pues por donde siempre y con lo mejor que saben hacer, su fórmula exitosa y habitual: mintiendo a calzón quitado, lavándonos el cerebro, dándonos el cambiazo de recuerdo por patrañas repetidas una y mil veces e intentando cargar el muerto y utilizar el dolor para destruir a quien les planta cara y temen de verdad. A eso se han dedicado estos días de atrás y en ello seguirán. Tapando sus vergüenzas, las de Sánchez, las de Carmen Calvo, las de Simón, las del inexistente comité "asesor", las de Illa y toda la parva ministerial, la de Pablo Iglesias y aquella solemne y televisada asunción de la exclusiva y nacional competencia sobre todas la residencias y en el colmo de la obscenidad las de los Abalos, Koldo y cia sacando tajada ademas.
¿Y a quien se le intenta colgar el sambenito hasta de asesina, hasta ahí han llegado ya, del pueblo?. Pues ¿a quien va a ser?. A quien le tienen verdadero pavor. A Isabel Diaz Ayuso, que como presidenta de Madrid fue la que primero dio la alarma, intentó tomar medidas que se le impidió incluso tomar, puso en marcha las primeras, se lanzó a conseguir, y consiguió, antes que nadie medios y material, levantó y puso en marcha en tiempo récord un hospital especial, el Zendal e instrumentó la salida paulatina y más rápida de recuperar al final la normalidad.
A ella se le atribuye como crimen personal la mortandad en las residencias de su comunidad, como si en las otras comunidades no hubiera existido ninguna cuando resulta que Madrid está incluso por debajo de la media nacional. Tras rechazar la Justicia una y otra vez los mas de 60 intentos de ensuciarla por ese lado se le ha montado un espurio e inventado Tribunal de la Verdad, por ellos mismos autonombrado así, compuesto por una parva de sectarios ideológicos de la izquierda más extrema, para condenarla sin mas. Y el último arrebato que se nos ha emplatado ha sido la olla podrida de un llamamiento "documental", pura agitación, prensa y propaganda (el soviético AGITPROP) que, tras fracasar en las taquillas, se ha lanzado por la televisión publica ahora ya convertida del todo, en manos del nuevo condotiero en jefe del sanchismo, en la distribuidora de los productos de la mayor fábrica de bulos y fango de la nación sita en las alcantarillas de La Moncloa.
Pero creo que en esta ocasión han cometido un error. Se han pasado tanto de frenada y ha sido tal la obscenidad, que lo que han conseguido ha sido reavivar y revivir en nosotros el recuerdo de los sufrimientos pasados, de la verdad y de quienes son y que hicieron los que ahora se presentan como acusadores.
Los humanos tendemos, por mera autodefensa mental, a olvidar y no querer rememorar lo que nos hizo mucho daño y nos causó profundo dolor. Dejarlo ahí, atrás. Esta intentona de revolvernos los muertos, quitárselos de encima y echarlos sobre aquella que odian y temen me parece que les ha salido mal. Hemos hecho memoria y recordado. Aún nos late en la sien el dolor. Colgarle los 120.000 muertos, fueron bastantes más, a Ayuso, como ha ironizado con su finura habitual Soto Ibars, ha podido ser demasiado hasta este olvidadizo pueblo español.