Sobre el estado de la nación

Los problemas se le acumulan al Presidente del Gobierno. No tiene Presupuestos Generales del Estado, sus apoyos se le rebelan y la coalición de gobierno hace aguas por el aumento del gasto en defensa.
Tampoco las encuestas publicadas le dan un respiro. La última, de hecho, le otorga al PP unos escaños que superan a los de toda la izquierda junta. Aún así son pocos los que apuestan por un adelanto electoral.
En este contexto, el pasado lunes el líder de la oposición exigía a Sánchez que convoque elecciones y que se celebre el debate sobre el estado de la nación. El último y único en la era Pedro Sánchez se remonta a 2022. Y, según algunas fuentes, parece que se lo estaría pensando. El presidente estaría convencido de que puede sacar pecho con la marcha de la economía y que ese debate podría darle oxígeno en un momento delicado como el que vive, acechado como está también por la corrupción.
El "raca raca" de que la economía española va como un tiro, como un cohete, como la mejor de los países del mundo es cierto que ha calado en una parte de la población y de los analistas. Los números de algunos indicadores macroeconómicos pueden parecer extraordinarios, aunque cuando se escudriñan la cosa cambia. El crecimiento del PIB es el magnífico ejemplo de lo que digo. Aumenta gracias al gasto público y el turismo y no tanto a la actividad de la industria o la inversión empresarial. Lo que lo hace poco sostenible, como se dice ahora. De hecho, su ralentización ya se nota. Tampoco se puede sacar pecho del mercado laboral. Con las cifras en la mano, no solo somos el país con la tasa de paro más alta, sino que si medimos bien esta variable, nos vamos hasta los 4 millones de parados. Además, más de 2 millones de españoles necesitan el Ingreso Mínimo Vital y hasta 5 millones el bono eléctrico y térmico. Mucho peor si hablamos de pobreza, de pérdida de poder adquisitivo, de deuda pública o de economía sumergida.
La realidad es como es, aunque Sánchez sea un experto en darle la vuelta ayudado por una pléyade de incondicionales. Si finalmente se celebra el debate sobre el estado de la nación, puede que Sánchez salga ileso o por lo menos con algo de tiempo para alargar su estancia en La Moncloa. Pero, la verdad es tozuda y nada hace pensar que la corrupción, el aislamiento parlamentario y la evolución de la economía vayan a mejor en el corto y medio plazo. La única ventaja que tiene es que la sociedad, no se puede negar, está adormecida, amodorrada, callada.