Claro, es más fácil abrazar a Zelenski que a Feijoo

 Claro, es más fácil abrazar a Zelenski que a Feijoo

Una de las fotos de los últimos días ha sido una de este domingo, de Pedro Sánchez abrazando efusivamente a Zelenski en la ‘cumbre’ europea—más Canadá—de Londres, convocada por el ‘premier’ laborista Starmer.

El presidente español no da puntada sin hilo: sabe que esa imagen, portada en algunos periódicos españoles, se ha analizado en Washington y en Moscú. No porque Sánchez forme parte, que no, de la ‘locomotora’ europea, que protagonizan ahora Macron y Starmer –y, en el otro lado, Meloni--, sino porque es, me parece, la ‘bestia negra’ de la Administración Trump; es el líder, encima presidente de la Internacional Socialista, que más lejos parece estar llegando, aunque sin citar por su nombre al presidente americano, en su oposición a lo que el inquilino de la Casa Blanca y el Kremlin representan, hacen y dicen.

Que no digo yo que me parezca mal la posición, sin duda valiente, de Pedro Sánchez, a quien el coraje, a veces incluso aparentemente suicida, no le falta. En una situación de confrontación, el pugnaz resiliente de La Moncloa se crece, de la misma manera que se muestra torpe a la hora de la conciliación. Para él, es más fácil, sin duda, dedicar el cariño público al presidente de Ucrania que tender una mano sincera a Alberto Núñez Feijoo para hacerse una foto juntos entrando a La Moncloa, pongamos por caso.

Sí, me gusta que España, mi país, tome una posición nítida frente a la chabacanería injusta y cruel del dúo Putin-Trump, como me gusta que sepa enfrentarse a energúmenos, con perdón, como el argentino Milei; ya veremos las consecuencias de todo esto, pero lo que no podemos los europeos es quedarnos callados frente al matonismo, lo que sería sin duda peor. Sin embargo, me gustaría aún más que ‘mi’ Presidente del Gobierno se mostrase, a la vez, mucho más dialogante con lo que me parece que en ámbitos monclovitas se llama ‘el otro lado’. El ‘otro lado’ del Muro. O sea, el Partido Popular, ya sabe usted, sin el cual no se puede llegar a acuerdos de envergadura que no sean, verdad Puigdemont, excesivamente onerosos.

Y eso es lo que necesitamos: acuerdos. En Política Exterior y en Defensa, en presupuestos y en educación, sanidad, trabajo, justicia , vivienda y qué se yo cuántas cosas más, incluyendo una cada día más necesaria reforma constitucional. Europa ha de presentar un frente unido frente a quienes quieren disolverla. Casi una gran coalición frente a enemigos externos e internos, que también, claro, los hay. Y España, para sobrevivir como la democracia que queremos, para seguir siendo el gran país que es –véase el Mobile de Barcelona, sin ir más lejos--, ha de hacer de una puñetera vez inválida aquella sarcástica maldición de Bismarck: el canciller dijo, temo que no sin acierto, que los españoles somos el pueblo más fuerte del mundo, porque llevamos años intentando destruirnos unos a otros sin haberlo aún conseguido.

Sí, a Zelenski se le abraza para mostrar a quienes tratan de erigirse en los putos amos del mundo que no les va a ser tan fácil quedarse con las tierras raras ni con los ciudadanos normales. Un abrazo entre Sánchez y Feijoo –sé que es una hipótesis altamente improbable, pero aquí lo traigo—nos mostraría a los españoles que, en una democracia de partidos, el diálogo es posible. Que se lo digan a Adolfo Suárez que, en condiciones que parecían aún más difíciles, hizo una reconciliación que llevó a los pactos de La Moncloa. Pero claro, aquello ocurrió hace casi medio siglo, y ahora los tiempos que corren son otros. Tiempos de mitin constante, de sal gorda, de duelos goyescos a garrotazos. Yo diría que tiempos peores ¿no?

Escribir un comentario

Tu clasificación:

Enviar

Publish the Menu module to "offcanvas" position. Here you can publish other modules as well.
Learn More.