Veinte minutos tan solo, 20' no más...

Ignoro de dónde han sacado algunos en el Partido Popular que Pedro Sánchez, en su encuentro con los líderes de los partidos parlamentarios el próximo jueves, solo les dedicará veinte minutos a cada uno de ellos.
Puede que el protocolo monclovita así se lo haya hecho llegar a socios y rivales, pero, si verdaderamente esta limitación de tiempo existe, creo que más valdría no celebrar unos encuentros que, en el caso de Núñez Feijoó, son los primeros que el Presidente del Gobierno celebra en muchos meses. Veinte minutos, con la que nos está cayendo, es literalmente nada si se veras hay que pactar las cosas y dejarlas listas para el Nuevo Orden Mundial, así, con mayúsculas.
Tengo para mí que acaso mucho más complicado que el diálogo para besugos previsible entre Sánchez y Feijoó -ojalá me equivoque--, el diálogo verdaderamente difícil se va a centrar entre el presidente del Gobierno central y la jefa de Podemos, Ione Belarra, que hace pocas horas llamaba "hipócrita" y "señor de la guerra" a Pedro Sánchez por "lamerle las botas al fascista de Trump". Mal presagio para una charla con un hipotético socio que teóricamente te apoya para seguir en La Moncloa ¿no?
Compaginar el compromiso con Europa para incrementar en apenas unos meses nada menos que casi un uno por ciento del PIB en gasto militar, cuando aún ni siquiera tienes -ni tendrás-aprobados los Presupuestos Generales del Estado para este año (ni para el pasado, por cierto), y, al tiempo, tener contentos a todos los aliados parlamentarios para que te apoyen estos Presupuestos, es tarea imposible. La cuadratura del círculo. Y Sánchez es negociador reconocidamente hábil, entre otras cosas porque no le cuenta toda la verdad ni al médico. Pero sospecho que, a este paso, la ronda de conversaciones del próximo jueves no va a salir demasiado bien, y no solo por la presunta limitación del tiempo de los encuentros, si es que finalmente tal limitación se produce, que espero que no: los pactos precisan calma para acordarlos.
Porque España anda necesitada como el comer de, por ejemplo, unos nuevos Pactos de La Moncloa, dado que todo está abierto en canal: el concepto de territorialidad, el cumplimiento escrupuloso de la Constitución, los planes de regeneración frente a la corrupción, el sistema impositivo, la vivienda. Y, si me apura usted, también la separación de poderes, la seguridad jurídica, el planteamiento de la política exterior, incluso el concepto identitario, la propia Historia de la nación y un largo etcétera. Hay mucho que hablar entre el Gobierno y los demás partidos sobre la reestructuración del Estado en estos tiempos en los que se abre inevitable, indeseablemente, una nueva era de más cañones y menos mantequilla.
Lo malo es que algunos de esos partidos con los que se va a hablar y con los que se negocia no quieren el fortalecimiento del Estado y de sus instituciones, comenzando por la Corona, sino precisamente lo contrario. Y no son solo los extremos -Podemos y VOX, inexplicablemente no llamada a esta ronda de consultas y que, además, dice que no acudiría en caso de ser llamada-los que boicotean un posible acuerdo, sobre defensa o sobre esa reestructuración del Estado: ahí sigue Junts, consagrando el poder desafiante de doña Miriam Nogueras como lideresa en el Congreso, ya que el líder real, Puigdemont, no puede ni entrar en el país.
Con estos mimbres no se va a construir, previsiblemente, el cesto que habría de abarcar a todo un país inserto en un mundo de locos que exige soluciones cuerdas. Y menos -insisto en que espero equivocarme-en veinte minutos tan solo, veinte minutos no más...
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