Turismo peligroso

El turismo pone en peligro muchas cosas, pero también hay cosas que ponen en peligro al turismo, y en los Estados Unidos de hoy, una de esas cosas se llama Donald Trump.
Pero no había razón alguna para suponer que el tipo que ha puesto en peligro tantas cosas fuera y dentro de sus fronteras, no amenazara gravemente también a la industria del turismo internacional en su país, que caía en masa particularmente sobre Nueva York.
Los operadores del ramo han informado del alud de cancelaciones de viajes de placer que europeos, canadienses y australianos sobre todo tenían pensado rendir a los Estados Unidos de Trump, en gran medida porque la idea de recibir algún placer de semejante viaje se ha desvanecido. Hasta los turistas, que suelen dejar en suspenso la conciencia mientras hacen de turistas, se han horrorizado ante el trato inhumano que se dispensa allí a los extranjeros pobres, y aunque ellos no son pobres, sí que son extranjeros, y podría sucederles lo que ya les ha pasado a varios turistas europeos, que por unas cosas o por otras, pero sin motivo alguno, han acabado en jaulas o cargados de cadenas.
Numerosos países civilizados han alertado ya a sus nacionales de los peligros de viajar hoy a Estados Unidos, si bien a muchos de esos nacionales no ha hecho falta alertarles, pues se han alertado ellos solos, cual el caso de los turistas canadienses que se dejaban sus buenos dólares en Nueva York y que han percibido como intolerables los desprecios y las amenazas a su país, esto es, a ellos mismos. Hubo un tiempo en que para entrar en USA había que rellenar un cuestionario diciendo que no se era comunista ni se tenía intención de matar al presidente, y nadie, lógicamente, lo decía, pero ahora basta que, como le ha ocurrido a un científico francés, la policía del aeropuerto te pille en el móvil algún comentario adverso a Trump, para que te deporten en el acto.
No había ninguna razón, en fin, para pensar que el tipo que ha puesto en peligro tantas cosas, el derecho internacional, la democracia en su país, la economía mundial, la diplomacia, el buen gusto o la cordura entre otras, no fuera a cargarse también los viajes de placer a Nueva York.