Intereses cruzados

Intereses cruzados

El Imperio Británico se sostuvo durante siglos aplicando un famoso lema de Lord Palmerston que iba directamente al grano: "Gran Bretaña no tiene ni amigos permanentes, ni enemigos permanentes, solo tiene intereses permanentes".

Ahora es Donald Trump, a la cabeza del país mas poderoso de la Tierra -un emporio comercial y un imperio militar-, quien aplica la misma estrategia. Para los Estados Unidos, Rusia ha dejado de ser enemigo permanente. Estrategia, por otra parte, común en el proceder de cuantos países, en uno u otro momento de la Historia, han disputado por mantener su hegemonía. Trump, con su acercamiento a Putin e imponiendo a Zelensky las condiciones de una paz que se parece mucho a una rendición, nos está ofreciendo una muestra cruel de hasta dónde pude llegar la "real politik". En el caso de Trump está impulsada por la búsqueda de protagonismo político y rendimiento económico.

Mientras Joe Biden ocupó la presidencia Estados Unidos ayudó con armas y dinero a Ucrania a defenderse de la invasión rusa. Ahora con la rudeza que le caracteriza -"manca finezza" que dirían en Italia"-, Trump le ha puesto fecha a la paz y el precio para seguir contando con la ayuda americana: entrada directa a gestionar los recursos minerales de Ucrania y contratos con empresas americanas para la reconstrucción de las zonas devastadas durante la guerra tras la invasión rusa. Todo indica que lo ha pactado con Vladimir Putin y se lo está imponiendo a Volodímir Zelenski. De entrada una "tregua energética", exigencia de Moscú. Son lentejas. Y, por si acaso, ya estaba en marcha una campaña para desacreditar al presidente ucraniano reprochándole que lleve tres años de retraso en convocar elecciones -los que dura la guerra- y señalando con el dedo a posibles candidatos alternativos bien vistos en el Kremlin.

Y, ¿qué sacará Putin de este apaño? Pues quedarse con los territorios que ahora ocupa ilegalmente en razón de sus acciones de guerra y también con la Crimea ocupada desde el 20 de febrero de 2014.La guinda sería conseguir que tanto los EE.UU. como la Unión Europea retiren las sanciones a Rusia. Los intereses cruzados de Washington y Moscú, por descarnados, resultan obscenos. Pero no hay nada personal, son negocios que diría cualquier personaje de novela negra.

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