Sánchez: ¿son necesarios tantos viajes?

Nunca compartiré algunas críticas de mis colegas a viajes 'innecesarios' y hasta, se ha dicho, 'inventados' de Pedro Sánchez a diversos países extranjeros, con el fin, dicen tales críticos, de 'escabullirse' de las sesiones de control parlamentario.
Lleva, sí, un año sin acudir a las del Senado y esta semana un desplazamiento a Finlandia y Luxemburgo le permite 'saltarse' la sesión de control parlamentario al Gobierno en el Congreso.
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Claro, yo también me pregunto si son verdaderamente imprescindibles tantos viajes, pero creo que, en el fondo, la presencia este martes del presidente español en una capital como Helsinki es, en estos momentos, importante. No sé si tanto el desplazamiento posterior a Luxemburgo, del que no conozco, en estos momentos, la agenda concreta.
Pienso, eso sí, que Sánchez se siente más cómodo en el extranjero que en un territorio nacional en el que no le resulta fácil pisar la calle más allá de los mítines de fin de semana que organiza el PSOE. Siempre repito lo que le oí a Gorbachov, hablando con Felipe González ante algunos periodistas: "fuera de mi país me aman, en mi país me aborrecen", le dijo. No creo que Sánchez sea universalmente amado en el mundo (no por Trump, por ejemplo) ni generalmente aborrecido en España, donde conserva un 'suelo' electoral de siete millones de votos; pero sí es cierto que, en ámbitos de la oposición, y no solo, el presidente más polémico de la historia de nuestra democracia, es decir, Sánchez, encuentra un rechazo frontal, por decirlo suavemente. Las dos Españas exacerbadas aquí y ahora en torno a una persona, en medio de un panorama internacional cuando menos acongojante.
El caso es que Finlandia es país clave en una Europa que se rearma ante el peligro ruso, por decirlo en términos simplificados, y más cuando Estados Unidos ha dejado de ser un paraguas para el Viejo Continente. Ya digo que de Luxemburgo se nos ha comunicado poco, y poco habrá que tratar en esa democracia 'aburrida' de centro-derecha (Finlandia también está gobernada ahora por el centro-derecha), amiga de las coaliciones. Pero ambos son países amantes del pacto y del ruido escaso y muy poco amigos de la jarana política. No sé si de ambas naciones 'serenas' se traerá alguna lección el presidente para sus encuentros del jueves en La Moncloa, donde por lo visto la agenda recoge una duración de entre veinte y treinta minutos con cada representante parlamentario, incluyendo al líder de la oposición, Alberto Núñez Feijoo, con quien Sánchez lleva sin hablar 'a solas' muchos meses.
Quién sabe lo que saldrá de esta infrecuente ronda de conversaciones del presidente. Saldrá, en todo caso, más que de las insufribles sesiones de control parlamentario de los miércoles. Hay un enorme debate nacional sobre la conveniencia (o no) de las grandes coaliciones 'a la alemana', cuando la Unión Europea vive momentos de crisis innegable y la OTAN se ha entregado a su dueño, es decir, Trump. Sánchez ha lanzado a sus portavoces oficiosos a denigrar la mera idea de la 'Grosse Koalition', "imposible", dicen sin muchos más argumentos, "en España". No creo, la verdad, que Feijoo lance esta idea el jueves -aunque, en mi opinión, debería hacerlo-- y menos aún lo harán los' socios de la investidura' (VOX está excluida, inexplicablemente, de esta ronda).
Ni me parece que en media hora, aunque sea sin intérpretes, haya tiempo para profundizar mucho. Máxime cuando Sánchez (lo mismo, en general, que los restantes líderes parlamentarios) no es un pensador profundo, sino más bien intuitivo, que sabe aprovechar al máximo, mejor que sus rivales, las coyunturas, pero no prever el futuro a medio y corto plazo. Ahora, como desde 2018, de lo que se trata es de durar, durar, durar, con o sin Presupuestos, con o sin el beneplácito de las encuestas, con o sin el concurso de una izquierda a la izquierda del PSOE, fracturada y que empieza a ser hostil (a ver qué ocurre en los respectivos congresos de Sumar y Podemos).
Sea como fuere todo lo demás, mientras haya viajes oficiales, alfombras rojas desplegadas en aeropuertos extranjeros y 'photo opportunities', hay poder. Y eso, más que cualquier otra cosa, es lo que, por lo que vamos viendo, cuenta.
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