Mentira y olvido, la boda perfecta del sanchismo

El olvido se ha convertido en la peor lacra de la sociedad española y en el mejor aliado de la riada de mentiras que nos inundan de manera tan continua, que unas se tapan a las otras, y nos acabamos por tragar todas.
Este pasado 8-M ha sido un magnífico ejemplo de todo ello. La consigna verdadera de todas y cada una de las marchas no han sido los gritos proferidos sino los silencios obligados. La mudez más absoluta y el borrado de tres nombres, Ábalos, Errejón y Monedero, han marcado todas y cada una de las procesiones. En eso sí que ha habido acuerdo. Ni socialistas ni ninguno de los diferentes pelajes podemitas, o como se llamen ahora, han dicho una palabra ni mucho menos ha habido una pancarta que los mencionara.
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Tienen mucho que callar. Todos y todas. En eso, en la "omerta", si que hay unidad en las filas. Por la cuenta que les tiene, pues hay mucha ropa sucia y mucho calzón con zurraspas que hay que, mejor que lavar, quemar en casa pero sin que se vea el humo. Imagínense, por el contrario, la pira que hubieran hecho si implicados y ocultadoras hubieran sido de los "otros".
Pero es que estos eran de los "nuestros". Es más, los supremos inquisidores, los oráculos morados y creadores de los mandamientos doctrinarios al respecto, y bajo la que han acabado por caer ellos mismos, no eran otros sino el compañero Íñigo y el compañero Juan Carlos. Así, que aunque arrojados a las tinieblas exteriores, la cosa hay que taparla como sea, porque si se destapa la manta también acaban en cueros la vergüenzas de aquellas que coreaban en la cabecera el "yo si te creo, hermana". Se les pasó el decir que dependía de quien fuera "el hermano".
Del compañero Jose Luis, ese preclaro socialista, martillo de la corrupción y adalid en la lucha contra la prostitución, siempre y cuando los presuntos corruptos fueran del partido de enfrente y el usuario no fuera el mismo, ni mú dijeron tampoco. Aunque las manifestaciones concluyeran frente a lugar donde les ponía el nido de amor de pago a las elegidas. Eso si que ha sido el mirar para otro lado. Pero para estas cosas el olvido selectivo se aplica a rajatabla. Esos cadáveres si que se entierran y de la tumba no los saca nadie.
En la procesión de este 2025, como en los anteriores también se han añadido algunas paletadas mas de tierra para que no quede ni una brizna en la memoria colectiva de aquella letal mentira, la de aquel año del COVID, aquel siniestro 2020. Porque entonces, hagan un esfuerzo y recuerden, no solo se nos engañó utilizando todos los medios y altavoces diciéndonos que aquello que ya galopaba mortalmente desbocado, no era más que un gripecilla sino que la entonces vicepresidenta Carmen Calvo, con aquella premonitoria frase, instaba a que a toda costa se acudiera a la manifestación porque "nos iba la vida en ello". Al vocero al vocero monclovita, Fernando Simón que aconsejaba el asistir sin problemas a la marcha no solo lo han "absuelto" sino que lo están atufando a incienso desde su prensa papagaya.
Aquello fue la puerta a otra atroz e inmensa mentira que caída también en el mayor e interesado olvido: el ocultamiento de decenas y decenas de miles de muertos cuyo número hoy sigue sin saberse y que constituye una de las peores vergüenzas de este del Gobierno y de quienes colaboraron por acción u omisión en taparlo. El olvido, inducido, interesado y cómodo, es el mejor arma de que que disponen y que aplican una vez tras otra con el mayor éxito. Inundados por las continuas avenidas de mentiras, la de mañana anegará a la de hoy y esta quedará al siguiente sepultada por la que ya está cocinándose. Este es el día a día de España. La boda perfecta que el sanchismo celebra de continuo.
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