Tierras raras llenas de muertos
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En la superficie de Ucrania va quedando poco, casi nada indemne luego de tres años de guerra en su territorio, pero bajo la superficie, bajo los cultivos y los bosques quemados, bajo los teatros, las escuelas, los cines, los caseríos y los hospitales reducidos a escombros, incluso bajo las fosas donde se pudren los cientos de miles de muertos, soldados y civiles, ucranianos y rusos, de la guerra de Putin, hay algo que interesa a la codicia de un tipo que es dueño de cinco casinos y que, en sintonía con su mentalidad de tahur, ha escupido a los que aún resisten una frase tan infame y grosera como el que la ha pronunciado: "No lleváis cartas".
Rendíos.
Si algún día las excavadoras de los contratistas de Trump horadan la tierra de Ucrania en busca de las tierras raras, de los minerales que alimentan las tecnologías que están conduciendo a la humanidad a un infierno estúpido, hallarán, mezclados con ellas, los huesos y los cuerpos rotos o sabonizados de criaturas que hace no tanto vivían sus vidas. Con un cedazo de última generación, guiado por Inteligencia Artificial seguramente, separarán el escandio, el lantano, el itrio y el neodimio de los restos humanos, pero nadie podrá asegurar que algún adarme de ellos, alguna parte microscópica, no acabará en los móviles, en las luces led que nos alumbran o en los ordenadores donde los niños mandan sus deberes a la escuela. Seguro que algún detector, de última generación igualmente, encontraría restos de muertos desconocidos en los semiconductores de las baterías.
El dueño de cinco casinos, de una porción de concursos de misses en los que se aprecia a la mujer por su carne, de rascacielos y de toda suerte de horteras y doradas majaderías, es ahora, también, el amo del mundo, bien que a pachas con algún otro de su misma catadura. Al frente de su "gang", donde ha reunido a lo peor de cada casa, combina la labor destructora de la democracia en su país, pues controla todo cuanto la sustentaba, con los negocios, con los negocios sucios se entiende, y para hacerse con el de las tierras raras de la infortunada Ucrania no ha dudado en descender otro peldaño en la escala al parecer sin fin de su vileza, cual se vio en la encerrona de matones a Zelensky en el Despacho Oval de la Casa Blanca. Entre tanto, Europa ha despertado abruptamente de su sueño para encontrarse con una realidad de pesadilla, la de su dependencia del tipo que buscará tierras raras entre los muertos.
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