Opinión
Vivimos en un mundo marcado por las guerras más injustas, duraderas y crueles -Ucrania, Gaza, Sudán, Congo, Yemen, Nigeria.
El cuerpo sin vida de Francisco ya está expuesto en la Basílica de San Pedro para que los fieles, alineados pacientemente en una cola interminable que seguramente ilustrará las portadas de muchos medios de comunicación, puedan despedirse del Papa.
Donald Trump habría hecho buenas migas con Millán Astray: su ataque a las universidades del país, que persigue su control ideológico para estupidizarlas y reducirlas a vivero de estrellas del "basket", constituye un "¡Muera la inteligencia!" en toda regla.
En la España de nuestros días el silencio de los partidos de izquierdas ante los casos de corrupción es tan llamativo que suena a complicidad.
A medida que pasan las horas parece agrandarse la figura del papa Francisco. Todo son palabras de encomio.
Los sindicatos mayoritarios han decidido salir este 1 de Mayo contra la Comunidad de Madrid, convocando una manifestación en el centro de la capital para clamar, según ellos, contra las "políticas disfrazadas de libertad" que estarían mermando derechos. Llama la atención que no haya convocatorias semejantes contra el Gobierno de Pedro Sánchez, que desde Moncloa ha firmado las mayores agresiones al bolsillo, a la justicia y al sentido común en décadas, sin que ni UGT ni CCOO hayan movido un dedo en la calle.
Cientos de miles de españoles han presentado ya su declaración anual del Impuesto sobre la Renta y otros tantos están en ello.
La contingencia es una bronquitis que derivó en neumonía bilateral. Pero los recados de la muerte del Papa Francisco nada tienen que ver con el contenido de un parte médico ni con las referencias a su sentido del humor argentino o el franciscanismo de un jesuita sensible a la injusticia social.
Yo sabía que era el único Papa que podría, por idioma y sobre todo por talante, entender lo que desde hacía mucho quería decirle.
El Papa Francisco se fue a morir el lunes de Pascua de Resurrección de Jesucristo. Había estado al borde antes de la Semana Santa, pero aguantó hasta pasarla y se fue a morir a "casa", o sea al Vaticano en vez de hacerlo en el hospital.
Lo más parecido a un tonto de derechas es un tonto de izquierdas, y lo más parecido a un autoritario de izquierdas es un autoritario de derechas.
Se extiende la preocupación por la deriva facha de la última generación, adolescentes y jóvenes que parecen añorar lo que nunca conocieron, y el debate sobre una eventual reducción a los 16 años de la edad para estrenar el derecho al voto, la ha recrudecido, pero independientemente de que muchos de esos chicos y chicas anden basculando hacia la barbarie encarnada por la ultraderecha, convendría recordar, siquiera para aminorar un poco el susto, que las personas crecen, y que ellos se hallan en pleno crecimiento.
Pedir de manera reiterada la dimisión del presidente del Gobierno sin que el señalado se dé por aludido conlleva un desgaste político que el jefe de la oposición debería ahorrarse.
Cuando un Gobierno está más preocupado en sobrevivir que en gobernar, los que sufren su precariedad son los ciudadanos, sobre todo, los que menos tienen.
Coincide más o menos este año la celebración del Día del Libro, este miércoles, con dos acontecimientos a mi juicio importantes: la muerte de Vargas Llosa, un monstruo de la literatura, que cierra una etapa de gloria para las letras hispanas, y los casi cien días de mandato del actual inquilino de la Casa Blanca, que ha colocado la moralidad política en sus cotas más bajas.
El calendario de cierre de las centrales nucleares avanza y el Gobierno no hace nada.
Si hemos de decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, habremos de confesar que, durante las jornadas de la Semana Santa, el periodista tiene pocas oportunidades de toparse con alguna fuente digna de interés.
Pedro Sánchez tiene dicho que su objetivo es culminar la legislatura llegando- con o sin Presupuestos- a 2027.
En general, los partidos de izquierda son grandes entusiastas del laicismo en la escuela y procuran desterrar las enseñanzas sobre la Religión.
John Reed, el legendario periodista izquierdista norteamericano, escribió en 1919 un libro que se hizo famoso sobre la revolución rusa, 'Diez días que estremecieron al mundo'.
La tristeza de Alegría, perdón por el retruécano, debiera ser la tristeza de todos, y no por afinidad política con la ministra y portavoz del Gobierno, sino por adhesión a una forma de vida, de convivencia, de relación, en la que prime el respeto al prójimo.
Estos días de Semana Santa viene bien abandonar los debates muchas veces mezquinos de la baja política, las veleidades de unos y de otros, las mentiras que ocultan la realidad y centrarse en lo que de verdad importa: vivir una vida digna, hacer que la vida de los demás lo sea.
La democracia, tal y como se entiende en los ambientes más civilizados, está sufriendo sin duda un serio retroceso.
Más allá de los masajes sociométricos con los que periódicamente José Félix Tezanos, director del CIS, coloca al PSOE por encima del resto de partidos del arco parlamentario -el último publicado el martes les da un 32,5 %, 6,5 puntos de ventaja respecto del Partido Popular que retrocedería hasta 26.1%-, hay una realidad que merece ser analizada.